Bellatrix había estado enseñando en Hogwarts durante dos semanas y, para su sorpresa, no había tenido ningún ataque. Sin embargo, desde su liberación de Azkaban, los había encadenado, hasta el punto de que a veces hacía varios en un solo día. Había estado muy preocupada por su llegada a la escuela, estaba convencida de que su papel a desempeñar dentro de Hogwarts habría reforzado su histeria y provocado aún más sus impulsos destructivos. Sin embargo, nada, ni la sombra de una crisis desde el inicio del año escolar.
Hay que decir que su integración en Hogwarts había ido mejor de lo esperado. Asustaba más o menos a todos los alumnos y pocos profesores le habían hablado, pero le daba un placer sorprendente enseñar. Realmente disfrutó viendo los rostros cautivados de sus alumnos mientras contaba su historia, viéndolos a veces estremecerse, a veces sonreír mientras escuchaba sus historias.
Aunque todavía sufría del extraño sentimiento de soledad que la había perseguido durante toda su vida, podía disfrutar de la compañía de Severus con quien se había convertido en una verdadera amiga. Durante mucho tiempo había despreciado al hombre que hasta ahora había pensado que era un incompetente. Ahora que sabía qué papel había desempeñado durante más de diecisiete años, lo respetaba profundamente. En cierto modo, le resultaba casi reconfortante haber encontrado a alguien en una situación similar a la suya.
Bellatrix había entrenado al trío dorado todas las noches durante una semana. El Feudeymon de Harry se había vuelto mucho más grande, mucho más impresionante. Hermione también había hecho grandes progresos, sin embargo, ni ella ni Harry habían logrado aún terminar su hechizo. Una vez lanzados, no pudieron someter al dragón de fuego. Mientras tanto, Ron aún no podía sacar ni la más mínima llama de su varita, lo que le había valido muchas burlas de la bruja oscura diciéndole que los traidores a la sangre eran incluso peores que los sangre sucia.
Durante esta séptima noche de entrenamiento, antes de acostarse, el trío dorado había acordado que sería Hermione quien lanzaría el Feudeymon para destruir el horrocrux porque fue la única de los tres en lograr lanzar el dragón de fuego todo el tiempo.
Acostada en su cama esa noche, Bellatrix estaba complacida con el entrenamiento que les acababa de dar a los tres Gryffindors. Aunque no quería admitirlo, estaba bastante contenta con su progreso, especialmente el de la chica que había logrado superar sus expectativas.
Cuando la mujer comenzó a quedarse dormida, sintió que un dolor agudo la atravesaba. Su antebrazo izquierdo estaba casi en llamas, la marca se ondulaba e hinchaba, la estaba llamando por su nombre.
Él la estaba esperando en el Manoir Lestrange. Cuando llegó, vio con disgusto que Rodolphus también estaba presente. Voldemort la miró con una mirada fría y viciosa.
"Hola Bellatrix, ha pasado un tiempo desde que supe de ti...
- Buenas noches maestro, lo saludó ella inclinándose hacia adelante.
- Entonces, ¿qué descubriste? ¿Que esta haciendo?
- Bueno, mi señor, la confianza de Dumbledore está resultando más difícil de ganar de lo que esperábamos.
- ¡¿Quieres decir que no tienes nada que enseñarme?! ¡¿Ya llevas dos semanas en esta escuela y no sacaste nada de eso?! Me decepcionas mucho Bella, yo que quería premiarte permitiéndote ver a tu querido y tierno esposo... voy a tener que castigarte. »
Rodolphus avanzó peligrosamente hacia Bellatrix y comenzó a dar vueltas a su alrededor. La mirada perversa que le lanzó hizo temblar levemente a la bruja, la repelió. Estaba tan cerca que podía sentir su aliento contra su cuello, podía adivinar su aliento pútrido y eso le producía arcadas.
Observar a la mujer en tan mala posición hizo que la sonrisa sádica ya presente en el rostro de Voldemort se acentuara.
Rodolphus había comenzado a abrazar a la bruja por la cintura, ella se quedó paralizada. Tenía la costumbre de alejar a su esposo, además él no había logrado tocarla desde que salieron de Azkaban. Con cada uno de sus avances, ella lo rechazaba violentamente. Él era mucho más fuerte que ella físicamente, pero la magia de la bruja era mucho más poderosa que la de su marido.
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Una estrella perdida en la oscuridad
Randomnota; está historia no es mía, ni de mi creación. su respectivo autor; iamnotworried Septiembre de 1997, la oscuridad siembra el terror en todo el Reino Unido, una nueva guerra de magos amenaza con derrumbarse. Hermione Granger, acompañada de sus a...