Hago como si el incidente que ocurrió hace unos días no hubiera pasado. Sé que no debería, pero lo hago. No quiero meter a Halliwell también en el marrón, al fin y al cabo, aún no ha quedado muy claro qué pasó exactamente aquella noche para que acabáramos así. Vale, a lo mejor estuviera hasta el culo de alcohol, pero él estaba completamente sobrio. Podría haberlo parado.
Pero no lo hizo.
Lo de Daniel me importa menos. El hecho de que me haya engañado, me hace confirmar mis sospechas: salía conmigo por mi, y cito, asqueroso dinero. Y aunque lo nuestro al principio fuese concertado, yo llegué a quererlo. No sé si él llegó a quererme de verdad alguna vez, pero yo sí estaba bastante segura de mis sentimientos. Tenía todo planeado para nosotros dos: el estúpido vestido de la boda, el lugar de la recepción, dónde iba a ser nuestra luna de miel, cómo quería que fuera nuestra casa y cuántos hijos.
Prácticamente todo.
Y luego, para descubrir que ha estado engañándome con otra, el día de mi cumpleaños.
Tengo una suerte divina.
*****
Vuelvo a casa después de clase como de costumbre, y saludo a Dorothy de inmediato. Subo a mi habitación a dejar mis cosas cuando Dorothy toca en mi puerta y me doy la vuelta.
- Te ha llegado una carta - dice, alzando la ceja -. Viene de Londres.
Salto literalmente y cojo la carta. Estoy temblando, pero estoy impaciente así que abro el sobre con demasiada fuerza. Saco el papel. Lo leo.
Dejo el papel en el escritorio. Respiro.
Joder.
Me ha tocado la beca.
Tengo. Una. Beca. Para. El. Royal. College. Art.
Comienzo a gritar. Grito de emoción. Me doy la vuelta y abrazo emocionadamente a Dorothy, que se tapa las orejas debido a los grititos que estoy pegando.
- Niña, niña - escucho que dice Dorothy, me separa de ella poniendo sus manos en mis hombros -. ¿Por qué tanto alboroto? No te había visto tan emocionada desde... en fin, mucho tiempo.
Su voz va desvaneciéndose y sonríe melancólicamente. Sí, la última vez que estuve así fue cuando Papá me regaló el taburete de bocetos. Me estaba doliendo la espalda dibujar en la mesa y en mi cama, y le pedí a mi padre que me comprara uno, y se negó, ya que le parecía una tontería. Días después de marcharse por cuestiones de trabajo a Italia, me dejó en mi habitación el taburete, y tuve la misma reacción. Tenía nueve años.
- Dorothy, es... esto es mi sueño - le enseño el papel, haciendo que lo lea -. ¡Una beca, Dorothy! ¡En el Royal College Art en Londres! Necesito... necesito respirar.
Ella levanta la vista del papel y me sonríe, luego suspira.
- Stephanie, me alegro de verdad por ti - contesta al fin -. Pero... tu padre. Tu padre no va a dejar que te vayas.
Y aún sabiéndolo, aquello me cae como un balde de agua fría.
- Lo sé - contesto, ahora notando que se me va un poco la emoción, pero las maripositas siguen ahí -. Haría lo que fuera por ir ahí. Papá no me puede parar.
- Stephanie - emplea el tono que utiliza cuando va a sermonearme, y yo me preparo -. Claro que puedes marcharte. Pero, ¿y los gastos? Tu padre se negará a mantenerte. No cuando vas a dejar la empresa para dedicarte a... a otra cosa.
Me cruzo de brazos.
- Tengo dinero ahorrado del trabajo y podría buscar trabajo allí también.
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Glamour © [Editando]
Novela JuvenilStephanie Moore. 18 años. Hija de papá. Destinada a tener éxito. Fama, dinero, lujo, fiestas y de la alta élite. Elliott Halliwell. 19 años. Barman. De estatus medio. Esfuerzo, humildad, logros y trabajo duro. Su origen y su estatus no le paran de s...