Al contrario de la mayoría de películas que he visto sobre sucesos horribles como secuestros, no siento una superficie dura en la que aparentemente estoy tumbada. Todavía tengo la cabeza dándome vueltas y veo algo borroso, pero me toco todo el cuerpo y no veo signos raros o que me hayan cortado algún brazo o hayan vendido alguno de mis riñones. Suena ridículo, pero quería asegurarme por encima de todo.
Giro a un lado el cuello y me duele, supongo que es por la posición que tenía al dormirme, y miro alrededor. Reconozco esta habitación: es una de las habitaciones para invitados de casa.
Casa que estaba en Estados Unidos.
Salto de la cama y siento mi corazón a mil. Estoy entrando en pánico porque no sé qué hago aquí y no entiendo el por qué: me han secuestrado, ¿por qué estoy en casa?
Cuando la puerta se abre mi instinto hace que me vuelva a sentar en la cama nerviosa. No sé qué esperarme la verdad... y cuando veo que el que está de pie a pocos metros de mi padre carraspeando, me hierve la sangre y me dan ganas de matarlo.
—Veo que ya has despertado—dijo simplemente.
Me cruzo de brazos levantándome y caminando hacia él. Sigo teniendo la misma ropa que tenía cuando me secuestraron en la puerta de mi propia facultad. Mi nivel de enfado supera cualquier tipo de escala.
—No puedo creer que hayas hecho esto... ¡Has secuestrado a tu propia hija!
Mi padre se ajusta la corbata y es cuando me doy cuenta que tiene a dos guardaespaldas detrás, y no sé por qué he tenido la mínima esperanza de que uno de ellos fuera Elliott. Veo que los gorilas que tiene detrás lucen incómodos aunque tengan gafas de sol. No sé por qué eso me hace sonreír un poco.
—En teoría sólo te he tomado prestada.
—Ah, así que el único valor que tiene tu hija es como la de un simple objeto de usar y tirar, ¿eh?
Él vuelve a carraspear porque sé que me ha utilizado. Un secuestro era un secuestro, da igual quien sea. La gravedad del asunto es que puedo denunciarlo si quiero. Mi rabia es tan intenso que estoy temblando y siento la adrenalina correr por todo mi cuerpo.
—Sigo siendo tu padre, Steph. Y no consiento que me hables así.
—Tú también me llevaste aquí sin mi consentimiento así que supongo que quedamos en empate.
Me da una bofetada, y escucho como uno de sus guardaespaldas ahoga un grito que luego disimula con un carraspeo. Yo sonrío irónicamente mientras me llevo una mano en la mejilla donde me ha pegado el golpe. Niego con la cabeza y no sé siquiera cómo pude soltar una suave risa.
—Ha quedado claro, Papá. Realmente sé el valor que tengo para ti.
Contra lo que quiero, me sale una lágrima furtiva de los ojos. Me lo enjuago rápidamente, con rabia y él parece tan sorprendido de lo que ha hecho que no sabe qué decir: simplemente tiene la boca abierta.
—Hija, no...
—No—le interrumpo, con lágrimas en los ojos—. He tenido suficiente.
Me hago un paso, y él no me lo impide. Me voy de allí corriendo, y mi primer instinto es llorar en brazos de Dorothy porque es lo más parecido que tengo a una verdadera figura maternal en mi vida, pero no está en casa y supuse que es su día libre.
Sólo me queda Aimee.
*****
Aimee me recibe dándome uno de los abrazos más fuertes que me han dado en la vida. Y poco después de eso, me derrumbo en los brazos de mi mejor amiga.
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Glamour © [Editando]
Roman pour AdolescentsStephanie Moore. 18 años. Hija de papá. Destinada a tener éxito. Fama, dinero, lujo, fiestas y de la alta élite. Elliott Halliwell. 19 años. Barman. De estatus medio. Esfuerzo, humildad, logros y trabajo duro. Su origen y su estatus no le paran de s...