Capítulo 22

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Me separo de él confusa. Veo en sus ojos un destello cariñoso que no he visto antes, y ahora que está así (extraño, para mí), no sé qué hacer, así que me separo de él, dando un paso hacia atrás.

- ¿Qué? - consigo decir.

Él acorta las distancias dando un paso y apoya sus manos en mis hombros mientras suspira y me mira directamente a los ojos. Mi corazón me delata latiendo desbocadamente y rezo en silencio porque no lo escuche.

- ¿En serio me vas a obligar a repetirlo?

Niego con la cabeza y trago bilis. Tengo un lío enorme en la cabeza.

- No lo entiendo. ¿Por qué? - insisto.

No aparta la mirada de mí y esboza una pequeña sonrisa. Miro sus labios. Los he besado y no me acuerdo, pero ¿y él?
¿Que sintió él aquella noche?

- ¿Hace falta entenderlo? - responde él, aparentemente tranquilo, al contrario de mí, que siento como si mis rodillas me fueran a fallar en un momento para otro.

- ¡Claro que sí! Necesito...

Elliott suspira y se aparta finalmente. Con eso consigo respirar y se da la vuelta mientras apoya sus manos en la nuca, con gesto despreocupado.

- Desde esa noche del bar, - comienza a relatar - no te he podido quitar de mi cabeza. Me irritabas. Aquel beso me irritaba. Luego discutimos por ello en la fiesta de disfraces y me volviste a irritar. Es curioso que la mayoría de mis recuerdos sean de discusiones.

Se ríe pero yo me cruzo de brazos, frunciendo los ceños. No me río porque sé cuántas lágrimas he derramado de rabia por cada una de las discusiones... y poca gracia me hace.

- Suena muy raro y macabro - sigue relatando -, pero la noche del hospital, cuando ingresaron a tu padre, cuando lloraste... - hace una pausa y se da la vuelta mientras vuelve a acercarse a mí - sentí rabia. No quería verte así y de alguna manera, quería protegerte. No como tu guardaespaldas, no como un deber... sino porque me importas.

Me aparta un mechón de pelo de la cara y me alza la barbilla con delicadeza para mirarle a los ojos.

- Cuando te fuiste aquí y nos vimos por última vez, me rompí los sesos pensando en cómo volver a verte... y supongo que el mundo ha conspirado para que lo consiga, porque ahora estoy aquí.

Es como si me hubieran arrebatado la voz, porque después de contestar a mi pregunta no sé qué decir y él me sigue mirando de una manera tan cariñosa, tan intensa y tan real, que tengo que apoyar mi mano en su pecho. Su corazón late con normalidad, al contrario del mío.

- No sé qué decir - admito -. Todo esto es...

- No tienes por qué decir nada.

Sé lo que va a pasar. Lo sé, porque la distancia que nos separa es escasa y mi corazón me late a mil. También lo sé porque me mira a los ojos pero también los labios y parece dudar. Yo no sé qué hacer, pero se siente algo extraño y agradable a la vez.

Tengo los ojos cerrados cuando siento sus labios sobre los míos. Son suaves, y de alguna manera se siente bien. No sé si puedo compararlo, pero no he llegado a besar muchos labios porque desde que recuerdo, sólo he estado con Daniel.

Cuando nos separamos, él me besa la frente y yo le abrazo. No sé qué decir. Nunca sé qué decir cuando estoy con él.

- Atraparemos a ese acosador, ¿vale? - dice - No voy a dejar que te haga daño. No a ti.

Glamour © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora