Capítulo 37

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Tras un día agotador de entrevistas, flashes y reuniones, me desplomo en el sofá de casa. Papá ha ido a la cocina para beber un vaso de vino y Brandon justo acaba de volver de la casa de un amigo. Cierro los ojos por un momento e intento asimilar lo que ha pasado: hemos hecho oficial la coalición de la empresa Stirline con la empresa de los O'Donnel mediante un matrimonio.

Por más que intento quitarme la sensación de ahogarme sin poder nadar hacia la superficie, no puedo. Es demasiado. Tengo tantas ganas de llorar pero no puedo tampoco. Estoy entumecida. Es una sensación aterradora.

—¿Cómo sabes quién es el responsable de la bomba en la oficina, Steph?—pregunta mi padre volviendo de la cocina y sentándose en el sofá de enfrente.

Abro los ojos finalmente, y me cruzo de brazos. Creía que se le habría olvidado, pero veo que no. Brandon que estaba dejando su chaqueta en la percha de la entrada, camina prestando atención hasta que se sienta al lado mío.

—Creo que estoy bastante segura de conocerlo.

Mi padre se inclina hacia delante y se lleva una mano a su mentón. Trago bilis e intento centrarme. Tienen que saberlo.

—Tengo la teoría de que podría ser Theodore Marshall—digo.

Se instaura el silencio en el salón, y estoy casi segura de que sólo puedo escuchar mi respiración. Por unos minutos ninguno de los dos dice nada, y luego veo cómo Brandon frunce los ceños muy confundido.

—Pero... hace años que no tenéis contacto—soltó él.

—Me aseguré de eso—interviene mi padre y se afloja la corbata—. Ese niñato acosador no sabe nada de ti, me aseguré de ello.

Y allá vamos.

—Retomamos contacto en Londres, cuando asistí a un almuerzo de la alta Élite de... mamá—decir aquella palabra me dolía. Cassandra estaá muy lejos de ser una madre, y siempre será algo que le reprocharé.

Papá bufa sonoramente. Finalmente acaba por quitarse la corbata y se pasa las manos por el pelo, frustrado. Brandon y yo nos mantuvimos en silencio.

—Ahora entiendes el por qué no quería dejarte ir a Londres, ¿no?—dice al fin—Tiene razones suficientes para que haya hecho tal cosa, su familia nunca ha destacado por ser moralmente correctos.

Y me duele el pecho. Me duele porque confié en él, confié en él incluso cuando éramos unos simples adolescentes que ni siquiera sabían de la vida. Me ayudó a ir a la París Fashion Week. Me consoló cuando estaba destrozada por Elliott... Su traición me duele como mil cuchillos en mi cuerpo.

—Pero, ¿cómo has sabido que era él precisamente?—pregunta Brandon.

—Desde que comencé la universidad, alguien ha estado acosándome con amenazas y fotografías—confieso—. Como esas fotos trucadas que vendió a la prensa con la que estaba con un supuesto hombre en la cama; así como vendiendo escándalos personales. Y en cuanto le dije a Aimee sobre Theo, ella me aclaró que lo alejaste de mí porque era un acosador en potencia.

—Debemos meter a ese loco entre rejas,—mi padre se levanta del sofá y comienza a teclear en su móvil—no voy a dejar que siga haciendo estas barbaridades...

Me levanto y cojo de entre sus manos el móvil. Él abre los ojos sorprendido y por un momento pienso que me va a dar otra bofetada, pero simplemente suspira.

—Aún no. Tengo que hablar con él.

Mi padre abre los ojos por completo.

—No. Me niego.

Glamour © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora