Capítulo 24

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No sé si ir a hablar con ella sobre qué hace aquí o si esconderme yo, y empiezo a hacer ademanes raros entre esconderme debajo de la mesa o levantarme de la silla, que Elliott me coge suavemente del brazo con la confusión reflejada en la cara.

- ¿Qué haces? ¿Qué te pasa?

- ¡Shh! - le digo como respuesta.

Él me mira más confuso aún y resopla confundido mientras prueba una tartaleta. Lo saborea y luego asiente con la cabeza, complaciente.

- ¿Cómo puedes comer en un momento así? - le susurro algo frustrada.

- No he comido esto en mi vida - contesta tan tranquilo -. Puede que estés acostumbrada a esto, pero yo no, ¿vale?

Me ahogo una risa mientras niego con la cabeza.

- ¿Qué pasa con esa? - pregunta Elliott y yo giro la cabeza bruscamente - Llevas desde hace rato que no paras de mirarla.

Me doy la vuelta con la silla y me llevo una tartaleta a la boca. Es de ensaladilla de patatas con gamba y está buenísimo. Cierro los ojos por el sabor.

- Es una compañera de la Universidad - contesto al fin -. Pero no sabía que era de familia pija.

- Al fin admites que vienes de familia pija - suelta Elliott con tono burlón.

- Oh, cállate.

Pongo los ojos en blanco y él se ríe mientras se lleva otra tartaleta a la boca.

Creo que podría acostumbrarse a este mundo sólo por las tartaletas.

*****

Para cuando el reloj marca las cuatro de la tarde y Elliott ha pedido casi tres bandejas llenas de tartaletas, anuncian la partida de críquet y piden voluntarios. Bromeo con Elliott sobre que participe y él se niega rápidamente con cara de pánico.

- En el instituto estaba en el equipo de fútbol - señala -. Pero esos años fueron suficientes. En realidad odio el fútbol.

Suelto otra risa y nos acercamos junto a la multitud para ver el partido de críquet. Ese deporte me aburre hasta dormir junto con el golf.

Estoy con la cabeza apoyada en el hombro de Elliott casi apunto de dormirme cuando abro los ojos de golpe en cuanto escucho un nombre.

- ¡Por favor, una ronda de aplausos para nuestro mejor jugador de la temporada: Theodore Marshall!

Me pongo rígida en cuanto escucho ese nombre, y naturalmente, Elliott lo nota porque me mira casi instintivamente y yo tengo que desvíar la mirada.

Theodore Marshall fue mi primer amor. Antes incluso de conocer a Daniel, Theo era mi único amigo, mi mejor amigo. Cuando se dio a conocer las intenciones de la fusión con la empresa de Daniel, mi padre se encargó amablemente de que se acabara toda comunicación que tuviera con él. Prácticamente no hablaba con él desde los quince años.

Y ahora, lo tengo ahí delante y probablemente sepa que estoy aquí; y no sé por qué de repente estoy nerviosa.

Vemos el partido de críquet en silencio, y Elliott no se molesta en preguntarme, algo que me inquieta. Mantiene la mirada fija en el partido, y entrelazco los dedos con los suyos. Temo que me rechace, pero cuando no lo hace me siento más comoda... aunque sé que ha notado algo extraño; que algo está pasando.

Glamour © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora