Mis manos notan la tela sobre mis ojos tapados mientras me dejo guiar por Elliott.
El día anterior celebramos el cumpleaños de Brandon de manera tranquila y solamente con el personal, pero hoy lo va a celebrar con sus amigos y con algunos peces gordos y magnates del mundo empresarial (porque sé que Papá lo ha obligado) y me ha dicho que no hacía falta ir a esa fiesta, porque según mi hermano, es sólo formalidad ante la alta sociedad. Además, él tenía planeado celebrar su veintiún cumpleaños por todo lo alto, no los dieciocho.
Así que, Elliott ha decidido prepararme una cita como Dios manda. Una cita simple, de plebeyos. Una cita de los de su mundo.
Sé cómo son gracias a las películas que Aimee y yo veíamos: cine y cena o parque y almuerzo; o centros comerciales y merienda. No hay mucha variedad. O al menos eso me parece a mí.Las citas que tenía con Daniel eran extravagantes: me llevaba a otros países de almuerzo exprés, o simplemente me dejaba desgastar su tarjeta de crédito de caprichos que se me antojaban al momento. Usualmente de ropa que se quedaban enterrados al fondo de mi enorme armario.
Pero ahora con Elliott no sé qué esperarme. De alguna manera me encanta la expectación del momento, además de que nunca sé qué esperarme cuando estoy con él. Estar con él es como estar en una montaña rusa, y sinceramente, las emociones fuertes son mi debilidad.
Oigo que abre la puerta de un coche y me ayuda a subirme y a sentarme. Me pone el cinturón de seguridad y yo intento tocar los laterales del asiento.
- Es el Range Rover. Lo reconozco - digo seguida de una risita -. ¿Cómo has conseguido que Peter te lo deje para nosotros? Elliott Halliwell... ¿Acaso me estás secuestrando?
Él chasquea la lengua.
- ¿Secuestrando a mi novia para una cita? - dice él y sé que está sonríendo - Digamos que no lo necesita hoy... y que lo tomaremos prestado.
- O sea que no lo sabe y lo estamos robando de alguna manera.
- ¿Quién ha dicho robar? Prestado. Lo estamos tomando prestado - contesta él ríendose, y cierra la puerta.
Oigo también cómo abre la puerta de piloto, cómo la cierra y cómo se pone el cinturón de seguridad. Pone en marcha el coche y suelta otra risa.
- Vamos a pasarlo bien.
- Sí.
Me coge de la mano y la besa. Yo siento cómo cada vello de mi cuerpo se levanta con tal gesto de cariño. Enciende la radio y sé que es Radio Disney. Empiezo a reírme.
- Ponen música buena.
Vuelvo a reírme mientras niego con la cabeza. Aún tengo que acostumbrarme a esta faceta suya... pero me encanta.
*****
Cuando el coche para y llevo todo el camino preguntando adónde vamos a la vez que cantando las canciones de Radio Disney, Elliott no dice nada y simplemente escucho cómo baja del coche y me abre la puerta. Me ayuda a bajarme del coche y es entonces cuando me quita la venda.
No sé dónde estoy.
Sólo sé que estoy delante de una casa color crema duplex y en un barrio totalmente corriente y al estilo muy americano, como en las películas: con su acera, las casas de vecinos casi puerta con puerta y un buzón fuera. Miro el buzón. Familia Halliwell.
- No me digas que...
No me da tiempo a terminar la frase porque veo a dos niños salir por la puerta de la casa en la que estoy en frente de pie y abrazan a Elliott. Creo que hasta tengo la boca abierta. Tras unos segundos reconozco que son los hermanos pequeños de Elliott: Zach el mediano y el pequeño Sammy.
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Glamour © [Editando]
Teen FictionStephanie Moore. 18 años. Hija de papá. Destinada a tener éxito. Fama, dinero, lujo, fiestas y de la alta élite. Elliott Halliwell. 19 años. Barman. De estatus medio. Esfuerzo, humildad, logros y trabajo duro. Su origen y su estatus no le paran de s...