Theo insistió en que no hacía falta recogerlo en el aeropuerto, por lo que me he permitido esperarlo en el restaurante que él mismo ha elegido. Debo admitir que la cena me pone nerviosa, pero más me pone nerviosa lo que pueda pasar de ahora en adelante y en el momento en el que lo desenmarasque. Tengo miedo de que bombardee el lugar de nuestro encuentro... Sí, hasta ese extremo de terror tengo.
La puerta del restaurante se abre y veo que es Theo, mientras mira hacia un lado y a otro para localizarme. Alzo un poco el brazo para que me vea y cuando lo hace sonríe, se hace paso entre la gente y yo me levanto para abrazarlo.
Cuando vuelvo a sentarme en la silla, siento que mis manos están sudando. Estoy tan nerviosa que no puedo ni pensar. No sé cómo empezar. Para ser sincera, seguía sin creerme del todo que él fuera el responsable de todo.
Había sido tan bueno conmigo y tan comprensible... me cuesta admitirlo. Una parte de mí sigue negándolo de alguna manera.
—Bueno, ¿de qué querías hablar?—empieza a preguntarme él.
En la mesa hay comida y dos copas de vino tinto, pero ninguno de nosotros lo ha tocado en absoluto. No sé si estará oliendo que algo va mal, pero espero que no note lo nerviosa que estoy.
—Verás,—intento tragar bilis y él presta más la atención, apoyando sus codos en la mesa y su barbilla encima de su mano—es... sé de tu pasado, Theo.
Él se endereza desde su sitio, y por un momento juraría no verlo ni respirar. Luego parpadea un par de veces y muestra una cara de confusión.
—Creo que no te entiendo.
—Theo, sé que eres tú—aclaro, diciendo cada palabra despacio, temiendo que se altere o qué sé yo—. Sé que eres el que lleva meses haciéndome la vida imposible.
Juego con mis manos, ya impaciente. Me esperaba esta reacción, el hecho de que defendiera que no tiene nada que ver con todo... pero llevo horas practicando mi discurso.
—No hace falta que finjas. Lo sé todo. Sólo espero que entiendas que lo que has hecho está mal y que voy a llevar esto por la vía de la justicia.
—¿Qué?—veo el pánico en sus ojos y yo me levanto.
—Lo siento de verdad, Theo.
Me levanto y él me coge del brazo. Yo me suelto, bastante brusca y niego con la cabeza. Él se queda donde está y yo saco el móvil, llamo a mi padre y digo:
—Estamos en el Restaurante Wayne's. Está conmigo. Llama a la policía.
*****
—¿Y dices que estaba sorprendido?—pregunta Aimee.
Asiento con la cabeza, aún con la mente en el lío con Theo. Su expresión cuando lo arrestaron es algo de lo que no puedo quitarme de la cabeza. Estaba en shock... y parecía hasta inocente.
—No lo sé, Aims. Fue muy raro.
—Está bajo custodia policial, ¿no? No te preocupes hasta el juicio. Ahora, centra la cabeza y sigue buscando tu vestido.
Suspiro. Estamos en un boutique de Vera Wang buscando un vestido de novia. Para ser sincera no tengo ganas de esto y lo estoy haciendo contra mi voluntad. Sigo apretujándome los sesos de pensar en cómo parar la boda y es algo frustrante, como si ya no fuera suficiente en mi vida.
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Glamour © [Editando]
Ficção AdolescenteStephanie Moore. 18 años. Hija de papá. Destinada a tener éxito. Fama, dinero, lujo, fiestas y de la alta élite. Elliott Halliwell. 19 años. Barman. De estatus medio. Esfuerzo, humildad, logros y trabajo duro. Su origen y su estatus no le paran de s...