Capítulo 11

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Voy a trabajar distraídamente al día siguiente en cuanto salgo de clases. Durante todo el día, no he hecho más que pensar en la revelación (suena como si fuera un profeta o algo así) de Aimee: ella nos vio a mí y a Halliwell besándonos en el baño aquella noche.

¿Cómo no puedo recordar nada? Aquella noche me resulta todo muy confuso y difuso. No recuerdo ni la ropa que llevaba, y eso es algo bastante preocupante, porque suelo recordar los conjuntos que llevo puesto día a día.

Estoy colocando CDs distraídamente y mi compañera, Susan, lo nota.

- ¿Qué te pasa hoy? ¿La universidad es demasiado estresante?

Me giro hacia ella, que está colocando precios de etiqueta a algunos vinilos. Me relamo los labios y carraspeo.

- No. Es... sólo estoy distraída - contesto.

- ¿Algún chico de por medio?

Ella alza la ceja, y yo sonrío débilmente negando con la cabeza, y sigo con lo mío. Vale, puede que Halliwell ocupe la mitad de mis pensamientos en este momento, pero la principal preocupación que tengo son las fotos.

He ido a clase lo más discreto posible e intentando pasar desapercibida, pero notaba que la gente me miraba y me incomodaba bastante. Sé que todo el campus ha visto aquellas asquerosas fotos, y yo ni siquiera tenía ni una pista de quién podría haber inventado tal cosa, aunque, ¿por qué destruirme? ¿Es que acaso es algún heredero/a de alguna empresa enemiga que quiera echar abajo la empresa de mi padre a mi costa? No. No iban a ir tan lejos...

El mundo empresarial es muy complejo. Mi padre lleva, desde que tengo uso de la razón, hablándome de aquel insólito mundo desde que era muy pequeña. Prácticamente sé cómo comportarme alrededor de los peces gordos y decir exactamente las cosas que quieren oír. Tengo los (como yo lo diría) guiones bien memorizados y preparados desde principios de tiempo.

Así preparan los altos cargos a sus herederos, entrenándolos duramente.

Cuando termino mi turno en el trabajo, camino hacia la parte trasera de la tienda como de costumbre y esperando a encontrarme a David, pero, extrañamente no lo está.

En su lugar, está Halliwell.

Oh Dios.

Está de pie con las manos en los bolsillos y con una ceja alzada. Lleva puesto unos vaqueros y una camisa de cuadros azul. Bastante informal, pero no puedo apartar mis ojos de él. ¿Qué me pasa?

- Veo que te has tomado en serio lo del trabajo - suelta, y se cruza de brazos.

No puedo apartar mi mirada de él. Concretamente, de sus labios. ¿Cómo es que los he besado y no me acuerdo?
Estoy casi segura que semejantes labios son imposibles de olvidar. Maldigo el alcohol internamente.

- Tarde o temprano tenía que hacerlo, ¿no? - contesto, intentando parecer casual, pero estoy casi segura que se nota mi nerviosismo. Me siento ridícula en este momento.

Él esboza una media sonrisa.

- David no ha podido venir - sigue diciendo -, su hijo se ha enfermado y se ha quedado con él. Peter y yo te llevamos hoy a casa.

Hace un gesto con el brazo y finalmente veo el Range Rover. Camino hacia allí, y abro la puerta del coche para entrar, seguida de Halliwell, que se sienta en el asiento de co-piloto.

- ¿Todo bien, Steph? - pregunta cariñosamente Peter, mientras pone en marcha el coche.

- Sí - miento -. Estupendamente.

*****

Cuando llegamos a casa, Halliwell no se va en cuanto me dejan en la puerta, sino que me dice que tiene que coger algo de su cuarto. Asiento en silencio, dejándole entrar. Ya casi ni recuerdo hace cuanto que le dejé pasar en casa.

Glamour © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora