Siento la mirada de todos en mí, porque saben que esa chica de las fotografías soy yo. Pero, no es posible, si hubiera ocurrido algo así, yo lo sabría. Lo sé.
Doy unos pasos hacia atrás mientras siento que mi vista se nubla con las lágrimas. Sigo sintiendo la mirada de todos los presentes en mí, juzgándome, algo que no se me hace soportable y hace que salga corriendo de allí.
Corro y corro, sin saber adónde voy y sin importarme. ¿Cómo se supone que voy a seguir yendo a clase después de que me ridiculizaran de aquella manera? ¿Qué se supone que he hecho yo para merecer algo así?
Con lágrimas cayéndome por las mejillas sin parar, me meto en el edificio General, subo las escaleras y me dirijo a la azotea de ésta. Una vez llegado allí, dejé mi bolso a un lado y me senté, dejando rienda suelta a mis lloriqueos.
Sé que llevo horas y horas llorando porque ya no escucho ningún ruido en el campus. Supongo que ya habrán entrado todos a clase, cuando el politono de mensajes de mi móvil suena. Alargo el brazo para alcanzar mi bolso y sacarlo.
Acabo de ver las fotos. Están por todo el campus. ¿Dónde estás?
Era Halliwell.
Me hace volver a llorar más saber que esas asquerosas fotos están repartidas por todo el Campus. ¿Cómo se supone que voy a ir a clase todos los días el resto del año sabiendo que todos estarán juzgándome? Esto es demasiado para mí.
Edificio General. Azotea.
Contesto secamente. Estoy llorando de nuevo; parece como si las lágrimas no se acabaran nunca y yo deseara gastarlas todo hoy.
Al cabo de unos minutos, me canso de llorar y empieza mi fase de rabia hacia todos. ¿Quién ha hecho semejante cosa? ¿Qué se supone que he hecho para que alguien me haga esto? Iba a pagarlo. Quienquiera que lo haya hecho, lo iba a pagar muy muy caro.
La puerta de la azotea se abre y veo cómo Halliwell jadea por unos instantes y luego se acerca a mí con pasos tranquilos. Se agacha cuando llega adonde estoy y se coloca enfrente de mí. Suspira.
- Tienes mala cara.
- Gracias por la innecesaria información - contesto, molesta, y sabiendo que tengo los ojos y la cara hinchada de tanto llorar.
Me mira por unos segundos, vuelve a suspirar y luego se sienta a mi lado. No sé qué hacer ni sé por qué está aquí, así que me abrazo a mis rodillas y apoyo mi cabeza en ellas.
- Lo siento mucho - dice al fin.
Cuando dice eso se me saltan más lágrimas y me las limpio rápidamente, enfadada conmigo misma. No sé por qué lo estoy, sinceramente.
- ¿Alguna idea de quién puede haber sido? - pregunta Halliwell.
- ¿Cómo es que me crees? Todos piensan que la de la foto soy yo.
Con la cabeza aún entre mis rodillas apoyada, ladeo la cabeza para mirarlo y pillarle esbozando una media sonrisa fugaz. Carraspea.
- No te cortaste en confesarme (accidentalmente, por supuesto) el pequeño detalle de que eres... bueno, ya sabes.
Escondo la cabeza entre mis rodillas, esta vez de vergüenza. Oh, ya. Cuando creí que nos acostamos en aquel sucio y diminuto baño del bar donde trabaja.
- Y porque sé que no eres así - añade.
Levanto la cabeza y frunzo el ceño mirándole.
- Pero si tú me odias - contesto al fin -. Crees que soy una ricachona sin cerebro.
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Glamour © [Editando]
Teen FictionStephanie Moore. 18 años. Hija de papá. Destinada a tener éxito. Fama, dinero, lujo, fiestas y de la alta élite. Elliott Halliwell. 19 años. Barman. De estatus medio. Esfuerzo, humildad, logros y trabajo duro. Su origen y su estatus no le paran de s...