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A string that pulled me
Out of all the wrong arms right into that dive bar
Something wrapped all of my past mistakes in barbed wire
Chains around my demons, wool to brave the seasons...

track 11: invisible string, taylor swift. 

Capítulo 20. Brie.

Después de un par de chupitas la lista de contras seguía siendo más larga que la de pros. Mis pensamientos empezaban a tropezarse unos con otros y las luces parpadeantes del local no contribuían a hacerme mantener el equilibrio. Iba dando tumbos sumergida en la marea humana que convergía dentro del local y el calor asfixiante se me pegaba en la piel como una segunda capa de sudor.

Apenas lograba rescatar las canciones que el grupo estaba versionando entre el zumbido, cada vez más insistente, que se reproducía en mis oídos. Me hormigueaba el cuerpo y no en el buen sentido, como si un ejército de insectos rabiosos campase a sus anchas por él, aguardando a clavarme los dientes en cualquier momento.

La quemazón de la garganta que atribuí al alcohol no desaparecía y eché la cabeza un poco hacia atrás, boqueando como un pez, en busca de oxígeno. Carter me aprisionó más contra sí, posó los labios en mi cuello. Me concentré en su tacto, en lo sólido y robusto de su complexión, sin resultada.

En mi pecho se abrió un agujero.

Nada.

No sentía nada.

Solo agobio.

Agobio y frustración por no poder ni saborear un ápice de disfrute. Por no ser capaz de hacer desaparecer el recuerdo de la boca de Xavier que tan fácilmente me atrapó. Me aparté de Carter, usando mis manos para empujarlo.

El chico me contempló. Los mechones castaños se le adherían a la frente y parecía estar algo perjudicado.

—¿Estás bien? —Vociferó, por encima de la música.

Negué, con un nudo ardiendo junto a mis cuerdas vocales. Sus manos acudieron a mis antebrazos y me sostuvieron. Debía tener una cara digna de alguien a punto de desplomarse. La mente me tambaleaba, iba a coletazos de lucidez.

Miré su rostro con desesperación, buscando... buscando... Nada. Nada. Nada. Me entraron ganas de llorar. Antes me gustaba. Yo lo invité a salir. Yo lo traje hasta aquí. ¿Por qué ahora era incapaz de ver más allá de detalles defectuosos que me producían urticaria?

No tenía nada de malo.

El defecto estaba en mí, que me había dejado besar por mi ex. Que aún lo quería. Que lo habría perdonado de no tener tanto miedo encima. Ni siquiera sabía de qué estaba tan asustada.

Carter frunció el ceño, cada vez más confuso.

—¿Brie?

Me icé sobre la puntera de mis botas y estampé mi boca contra la suya, como si aquel beso fuese a aglutinar los pedazos y devolverme una versión entera y comprensible de mi realidad. El pedal que llevaba encima confundió mi percepción sensorial y su lengua y boca me parecieron pastosas. Lo besé como la gente no debe besarse en público. Frenética. Perdida.

¿Lo estaba usando de sustitutivo? ¿Me haría sentir un poco mejor?

Tropezamos de un lado a otro, naufragando entre codos, brazos y piernas de extraños hasta que mi espalda topó con una pared. Se apretó contra mí, desvergonzadamente y mis caderas ondularon contra las suyas.

Con un poco mejor me era suficiente.

Me pregunté si Xavier se había comportado así en los pubs cuando estábamos juntos. Si habría dado traspiés descoordinados hacia los baños, a un rincón oscuro con una chica de rostro borroso, mientras yo estaba en mi casa, procurando no pensar en los motivos por los que no respondía a los mensajes.

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