De campamento 3

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Cuando Minho volvió a alzar la cabeza, Jisung sintió que el tiempo se había detenido.

Se quedó muy quieto, porque Minho lo estaba mirando a los ojos con una de sus expresiones intimidantes y Jisung tuvo miedo. No miedo de Minho, sino miedo de cometer un error. Era un momento frágil, Jisung podía sentirlo en el aire: el riesgo de que se quebrara y no volviera a suceder.

Minho apoyó una mano sobre su mejilla y Jisung aguantó la respiración, le dio una oportunidad.

Minho se acercó de a poco y Jisung se forzó a mantener los ojos abiertos.

Minho besó la esquina de su boca.

Era un beso simple, los labios de Minho lo habían tocado por un segundo y habían vuelto a alejarse, pero Jisung tuvo ganas de llorar. Quería besarlo de verdad, quería tirar de su pelo y forzar su lengua dentro de la boca de Minho, morder sus labios hasta dejarle marcas, pero no podía equivocarse.

Minho se levantó. Jisung empezó a morir de frío en el suelo, solo y triste, hasta que Minho volvió con algo en la mano y se sentó a su lado.

—Te traje algo —dijo, y se lo ofreció.

Era un libro de Lee Know, el mismo que Jisung tenía en su mesita de luz, el que habían leído juntos. Jisung no supo cómo decirle que no entendía por qué necesitaba una segunda copia del mismo libro, pero lo abrió en la primera página.

Era un libro especial: estaba firmado por el escritor.

—Minho... ¿Dónde conseguiste esto?

Minho se quedó en silencio. Se mordió el labio y desvió la mirada hacia el lago. Jisung deslizó la punta de los dedos sobre la firma. Era estilizada, de trazos firmes, y a Jisung se le ocurrió que Lee Know debía ser una persona elegante como Minho.

—Lo compré en internet, no es para tanto —dijo Minho.

Su expresión era extraña, como si quisiera decir algo y no supiera qué o como si quisiera hacer una pregunta y no se animara. Minho estaba dudando.

Jisung nunca lo había visto dudar. Ni siquiera un minuto antes, cuando se tomó el tiempo de mirarlo a los ojos antes de darle lo más cercano a un beso que Jisung había recibido desde que estaban juntos.

Minho no dudaba, y Jisung no quería ser la causa.

—Sí es para tanto —dijo—. Es un regalo especial y lo amo, Minho. Gracias.

Minho no cambió la cara, pero Jisung no tuvo tiempo de preocuparse. Minho le sacó el libro de las manos y se metió en la carpa.

Ámbar [Minsung] 🎨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora