De campamento 4

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Minho estaba calentito, acostado boca abajo dentro de la bolsa de dormir, con el costado del cuerpo de Han pegado al suyo en el pequeño espacio de la carpa. La linterna colgaba del techo y les daba suficiente luz para leer el libro.

Minho buscó la página que Han le había indicado sintiéndose como un nene quedándose despierto hasta tarde sin que sus papás se dieran cuenta.

Recordaba perfectamente lo que estaba pensando cuando había escrito este capítulo de la historia, el último, un par de años atrás. Recordaba cómo había diseñado las personalidades de los dos protagonistas, y Han se reía mucho con las dos voces distintas que Minho usaba para leer los diálogos.

A veces, Han estiraba los pies para tocar los de Minho y lo hacía sonreír. Minho enredaba las piernas de ambos y acariciaba los tobillos de Han con sus pies y, cuando miraba al costado para ver su reacción, siempre encontraba algo lindo, como Han poniéndose colorado o inflando los cachetes.

Cada vez que Han comentaba algo gracioso sobre la historia, a Minho no le daba vergüenza reírse a carcajadas.

Sacar un libro viejo de la habitación que usaba como depósito, poner su propia firma, mentirle a Han... Quizás todo eso había sido un poco cruel, pero Han estaba feliz y Minho también lo estaba. No tenían que pensar en nada más.

Han bostezó en la última página.

— ¿Querés dormir? —Minho preguntó.

— ¿Qué? ¡No! Solo queda el último párrafo.

Minho acarició el pelo de Han mientras leía la última frase en voz alta:

En ese momento entendí algo que no habíamos sido capaces de ver antes, demasiado hundidos en nuestros propios errores para aprender de ellos: ninguno de nosotros era perfecto, pero éramos perfectos juntos.

Minho miró a Han para saber qué le parecía. Esperaba que Han diera patadas en el aire y escondiera su rostro entre las mantas para gritar algo sobre lo lindo que era el amor, pero Han arrugó la nariz y dijo:

—Ugh... Está cursi... —Y después abrió mucho los ojos como si se hubiera dado cuenta de algo terrible. Habló para sí mismo—: Ay, no... Me estoy convirtiendo en Minho.

Han se acomodó de costado, dándole la espalda, y Minho se sintió un poco culpable de haber arruinado su visión tan ingenua de la vida, pero no dijo nada. Lo abrazó por atrás y le dio un besito en el cuello.

Ámbar [Minsung] 🎨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora