Cap 25

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—Mamá, yo debía saberlo, tenía derecho de saberlo—le repito furiosa—. Tú y papá toda la vida hablaron sobre guardar secretos ¡Y su maldito secreto pone en riesgo mi vida!

—Hija, tienes que calmarte—pide papá—. No ers nuestra intención perjudicarte...

—No me jodas, papá—siseo—. Sabes bien que esta mierda me perjudica, lo ha estado haciendo durante toda mi vida y esa fue una de las razones por las que me volví su blanco.

—No sabíamos que esto pasaría—se excusa mi madre—, siempre creímos que él iba a olvidarlo, y sobretodo cuando mi sobrino...

—Ni se te ocurra mencionarlo—la interrumpo—. Esas personas ya no son tu familia, y Antoni mató a los que quedaban con tu apellido a excepción de el hijo de tu hermano, quien fue cómplice de toda esta mierda.

»¿Sabes cuándo habría sido oportuno que me lo dijeran? Antes de que mi hijo, tu nieto, fuera asesinado ¡Por tus deudas y desconfianza!—mi voz se rompe y respiro profundo intentando calmarme—. Si hubieran confiado en mi yo hubiera podido evitar que mi bebé muriera.

El silencio reina del otro lado de la línea

—Eras un blanco fácil, Kiara—murmura papá—. Estar embarazada te hacía un blanco fácil, igual que lo hizo con tu madre.

—Mi embarazo no fue fácil—la voz de mi madre suena decaída y aprieto los labios sintiéndome mal por causar eso—. Tuve un riesgo de aborto durante un tiempo debido a las fuertes emociones que me causaba tener al padre de Antoni detrás de mi. No quería que tu embarazo fuera como el mío, quería que lo disfrutaras.

Me siento en la cama mordiendo mi labio mientras las lágrimas se acumulan en mis ojos.

—Y lo hice, pero la muerte de Christian no la disfruté—carraspeo—. No los culpo por la muerte de mi hijo, pero si por la desconfianza. Debieron decirme, tenía derecho a saber.

—Lo sentimos—mamá sorbe su nariz y muerdo el interior de mi mejilla—. Intentaré solucionarlo, te lo prometo...

—No, no lo harás—la interrumpo—. Ustedes van a mantenerse al margen de todo esto y me dejarán solucionarlo, es obvio que ustedes no saben hacerlo.

Cuelgo la llamada y respiro profundo mirando alrededor de la habitación de Anderson.

Es un poco fría.

No hay cuadros, o fotos, o cualquier cosa que haga que la habitación no se vea tan vacía. Es como si nadie viviera aquí.

Un objeto brillante en la mesa de noche llama mi atención y frunzo el ceño antes de tomar la cadena de oro que ya conozco. «Es mía»

«¿Por qué Anderson tiene mi cadena? Creí que la había perdido hace años en la misión de los Moss...»

—¿Qué haces con eso?—su voz me sobresalta y él se apresura hacia mi arrebatando la joya de mis manos para guardarla en su bolsillo—¿Nunca te enseñaron a no tomar las cosas de los demás?

—Lo mismo digo, Anderson, esto es mio—intento tomar la cadena y él se echa hacia atrás—. ¿Qué haces con mi cadena?

—No es tu problema—contesta a la defensiva y levanto las cejas mirándolo con burla

—Oh, tienes mi cadena en tu departamento pero por supuesto que no es mi problema, no—bufo rodando los ojos—. Dime que haces con mi maldita cadena, Anderson.

—Estuviste en una misión en Noruega, trata de blancas con Los Moss—se sienta en la cama y asiento—. En esa misión yo estuve infiltrado buscando rescatar a mi hermana, había sido blanco de ellos y la secuestraron, iban a venderla.

—Lo siento mucho, ¿Ella está bien?—me siento a su lado y él asiente

—El disparo que recibiste, el que casi te perfora un pulmón, ¿lo recuerdas?—pregunta

—Lo recuerdo.

—Te interpusiste entre ella y la bala—murmura y asiento—, yo estaba ahí; te vi interponerte entre una bala y una chica a la que no conocías, mi instinto fue...

—Sujetarme cuando caí—asiento recordándolo—. Sabía que conocía tus ojos—río—. Me evitaste una fea herida con el escalón que había detrás de mi, pude haber muerto.

—Tu deuda está saldada—asiente—. Salvaste a mi hermana, yo relativamente hice lo mismo, estamos a mano.

—Supongo que eso es bueno—asiento

—Salvaste a la única familia que tengo, y tu cadena se cayó cuando te sostuve—saca la cadena y juega con ella entre sus dedos—. Pensé en encontrarte para agradecerte pero no tienen permitido revelar información sobre las misiones, así que solo tenía esto.

—¿La llevas contigo?—enarco una ceja—¿Por qué?

—No lo sé—se encoge de hombros—. Es como mi amuleto de la suerte, supongo.

—Bien, puedes quedártelo entonces, no me gustaría arruinar tu suerte—me burlo antes de levantarme—. Gracias por dejarme usar tu habitación, ya debo volver a casa.

—Gracias por salvarla—se levanta parándose frente a mi y le doy una pequeña sonrisa—. Te debo más de lo que crees.

—No me debes nada—me encojo de hombros antes de pasar por su lado—. Nos vemos mañana.

—Nos vemos.

***

Cierro la puerta del Penthouse con cuidado y respiro profundo antes de ser sorprendida por el lobo siberiano que  restriega su cabeza contra mis piernas.

—Hola—me agacho y acaricio su cabeza—. Que bonito, ven—me encamino a la habitación y abro la puerta con cuidado para ver a un Christopher dormido

Verdaderamente no quiero hablar con él. Voy a hacerlo, lo haré en algún momento, cuando deje de sentirme herida.

Cierro la puerta y acaricio la cabeza de Zeus.

—Quédate aquí—ordeno sabiendo que probablemente irá detrás de mi y no tengo ánimos en este momento

Entro a la habitación de invitados cerrando con llave y me deshago de mis tacones antes de acostarme en la cama.

Siempre supe que habían personas que no confiaban en mi, ya sea por ser mujer, joven, o porque creían que mi puesto era solo por mi padre y mi suegro, pero nunca esperé que Christopher, el mismo que me insistió para entrar a la división Alpha, desconfiara de mi.

No me importa que el resto desconfíe, ni siquiera mis padres, pero que Christopher lo haga me decepciona mucho. Toda mi vida creí que él confiaba en mis habilidades, ahora resulta que no.

Esto es una mierda.

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