Capítulo 1

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Llevé a este niño nuevo a su clase que química sin decirle mucho, al parecer era de mi año, compartíamos clases. Hablaría con él luego, no se me puede escapar.

Sonreí con la idea de matarlo y degollarlo mientras ruega piedad, esa idea me emociona más que cualquier otra. Pensar en su cara llorando mientras lo mato y su cuerpo ensangrentado me hacía querer tener clones de él para matar muchas veces y divertirme en el proceso.

...

—Señor Spot —llamó el profesor de matemática mientras estaba dormitando—. ¿Sabe resolver esto?

—No lo sé —chasqueé mi lengua con disgusto. Las miradas estaban sobre mí y eso me incomodó mucho, ese tipo de atención me daba ansiedad, eso me llenaba de ira. Todas las miradas, incluyendo la del chico nuevo, estaban sobre mí. Cuando lo miré de vuelta apartó la mirada.

Cree que no me di cuenta.

—Pues, si no lo aprende a hacer va a reprobar mi clase —dijo mirándome fijamente con odio, ojala pudiera matarlo.

Bueno, supongo que tendré que aprender a hacer los problemas, no quiero pasar las tardes recuperando las materias que no pasé.

La clase acabó y antes de salir al descanso sentí que alguien iba detrás de mí.

—Hey, Darrien, yo puedo ayudarte con matemática, a mí se me da bien —dijo, parecía tener mucha confianza.

Era ese chico nuevo.

Iba a rechazarlo, no me gustaba recibir ayuda de nadie, menos de mis compañeros, pero pensé que eso podría servirme.

Lo puedo llevar a mi casa y matarlo, está a un pie de su tumba y él mismo la está cavando.

—Está bien, vamos a mi casa hoy —hablé con amabilidad, todo iba perfecto—. Te puedo llevar en mi auto, ¿te parece?

—Claro, por mí no hay problema, sólo le tengo que avisar a mi mamá —contestó. Hice una mueca internamente, era raro que su madre no lo dejara salir.

—Gracias por la ayuda —sonreí.

—De nada.

...

—Este es mi auto, sube —dijo, las clases habían terminado y ahora estábamos en el estacionamiento.

—Tengo que llamar a mi mamá, espérame.

Hice otra mueca, al parecer la madre de William era muy obsesiva, no la conocía y ya la odiaba.

—Me dejó ir, insistiendo, pero me dejó ir —dijo guardando su teléfono en el bolsillo de su chaqueta—. Sólo debo llegar a cenar —sonrió y subió, es muy tierno.

Lastima que no va a llegar a más.

El transcurso hasta llegar a mi casa fue más largo de lo normal, supongo que fue el silencio, que hasta a mí me incomodó, o sólo era lo ansioso que estaba por matarlo.

—Tienes una enorme casa, ¿tus padres no están a esta hora? —preguntó inmediatamente después de poner un pie dentro.

—Nunca, están muertos —dije de la manera más directa quitándome mi chaqueta y tirándola al sofá, él hizo una gesto extraño.

—Lo siento, no debí haber preguntado, disculpa —dijo, supuse que sintió pena, empatía, quise rodar los ojos.

—No importa, los asesinaron, pero el asesino está muerto también —mentí en lo que vi que me había visto riendo. No podía decirle la verdad.

—Mi padre también está muerto —dijo—, pero dejó una gran herencia así que mi madre no trabaja.

Asentí y entré completamente a la casa, no quería tener una larga conversación con él.

—¿Quieres agua o algo? —ofrecí, tenía la clara intención de llevarlo más adentro del lugar.

—Sí, gracias.

Entramos a la cocina y le serví agua en un vaso de vidrio que se iba a romper en unos minutos. Reí pensando lo fácil que fue, lo fácil...

Cuando abrí el gabinete para sacar mi cuchillo, algo raro me pasó. No podía tomar bien el arma, tenía mi mano sobre él, pero no me convencía.

Espera, ¿qué estoy haciendo? Se supone que es mi víctima especial y no estoy haciendo nada especial. Fue demasiado fácil, me repetí, debo hacer el juego más divertido.

Cerré el gabinete y lo guíe a mi habitación, donde me explicaría los problemas.

No presté atención pensando en qué cosa especial haría. Debo... volverlo mi amigo, quizás...

Sí, eso es, estuve soñando con su cara de traicionado al ver que su amigo lo esta matando, será tan divertido, será lo más grande que haya hecho.

Sonreí pensando en lo que haría, era realmente retorcido, lo volvería mi mejor amigo, él confiaría en mí y luego lo apuñalaría por la espalda, literalmente. Sólo tenía que comportarme bien con él, debía ser amigable, amable.

...

El reloj daba las veinte horas y el teléfono de William sonó, debía ser su madre. Se apresuró en contestar mientras dejaba en libro sobre la mesa.

—Mi mamá dice que debería llegar a cenar ahora —dijo, empezó a guardar sus cosas. Resoplé decepcionado—. Puedes venir si quieres.

No me gustaba estar en casas ajenas, no quería cenar con su familia, pero debía, todo era parte del plan.

—Está bien —me encogí de hombros, no tenía mucho interés—. Te llevo.

...

—Mamá, estoy en casa —habló William al entrar en su casa, su enorme y muy arreglada casa, toda blanca y elegante, recuerdo que me dijo que su padre dejo una herencia, pero no pensé que era para tanto.

—Will, al fin llegas —dijo su madre (supuse que lo era) alegremente, sonreía mostrando sus blancos dientes y lo recibía con un abrazo—. ¿Quién es tu amigo?

Miradas Frías [gay] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora