Capítulo 27

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Desperté sin abrir mis ojos, buscando algo en que apoyarme y una posición más cómoda. No sentía nada a mi alrededor más que tela fina tapando mi cuerpo y una luz que percibía dando directamente a mi cara.
Abrí los ojos lentamente, uno después del otro, tenía dolor de cabeza y estaba en una habitación desconocida.

Empezaba a odiar esa sensación de desconcierto que había estado sintiendo últimamente.

La habitación era pequeña y completamente blanca, muy distinta a la mía propia. A simple vista se notaba que sólo contaba con una ventana que dejaba entrar la luz solar y la incómoda cama, habían otras dos puerta más. Traté de levantarme o, por lo menos, sentarme en la cama desordenada e individual, ya sabía por qué había estado tan incómodo.

Sentía como si me hubiese picado un insecto en la nuca cerca de mi hombro derecho. Sentía debilidad y mis brazos y manos estaban más pálidas dejando ver mis venas azuladas.
Tenía una especie de papel blanco atado en mi muñeca izquierda, como los que te dan en las piscinas. Traté de quitármelo, esas cosas eran muy resistentes, no me daba ninguna pista de dónde estaba. Dudaba mucho que estuviera en una piscina pública...

Volví a intentar en vano el levantarme, pero logré sentarme esta vez. Pudo observar mejor todo lo que estaba a mi alrededor, habían dos puertas de madera y una de acero. El resto de la habitación estaba vacía y completamente limpia, hasta donde se podía ver.

Traía la misma ropa de antes, un jean oscuro, una camiseta negra sin mangas y una chaqueta, no tenía mis viejos tenis y no los veía por toda la habitación.

Aún no se me ocurría dónde mierda podía estar, parecía un poco como la habitación del hospital donde estuve, sólo me faltaba haber vuelto ahí, pensé...

Traté de recordar lo ocurrido anteriormente, John iría a la cárcel y Cedric trataba de enviarme a un manicomio, alguien me inyectó algo y me desmayé.

Mierda, susurré para mi mismo.

Nos jodieron, escuché en mi cabeza. La sacudí rápidamente para alejar ese pensamiento, causándome un poco de dolor de cabeza.

Salté de la cama sin pensando los veces, caí rebozando al piso de cerámica con una mueca de dolor y un quejido. Realmente no me dolía nada más que mi hombro, sólo estaba débil y cansado, como si estuviera dormido dos semanas.

Me senté en el piso en posición de indio volviéndome a quejar, sentía un revoltijo en la parte baja de mi estómago como señal de debilidad. Me soné el cuello provocando más dolor, que desapareció segundos después casi por completo.

La puerta de acero se abrió lentamente y entró una mujer joven mirando una carpeta. Al verme en el suelo puso cara de sorpresa y en su expresión se veía que no sabía qué hacer. Nos miramos dos segundos y ella miró a los lados con pánico, para luego salir por donde entró.

Me levanté causándome un pequeño mareo, me estabilicé y miré por el rabillo de la puerta, que daba a un pasillo igualmente blanco con algunas banquetas y otras puertas con números.

—El paciente de la habitación dieciocho despertó —escuché decir a la misma mujer que hablaba con un hombre un poco mayor cerca de la habitación donde estaba. Miró de nuevo en mi dirección y, al percatarse de que también la veía, bajó la cabeza en vergüenza.

No me moví de donde estaba, aunque mi primer instinto era salir corriendo a buscar una salida, pero en mi estado no llegaría nada lejos. El doctor —como presumía que era— vino hacia mí y entró a la habitación cerrando la puerta a su paso, con la misma carpeta que tenía la mujer.

—Disculpa a la señorita Graham, es nueva —me explicó—. Soy el doctor Grayson, y tú eres... —hizo una pausa sin despegar los ojos de sus papeles— Darrien. Darrien Spot.

Miradas Frías [gay] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora