Sentía la cálida y refrescante brisa sobre mi rostro. Mantenía mis ojos cerrados con fuerza por el deslumbrante sol que daba en mi cara y el resto de mi cuerpo, hacía que mi cabello tuviera brillo y pareciera parte del sol, o eso decía Jasper.
—Mi familia nunca me visita estos días, mi madre sólo ha venido pocas veces —dijo él con expresión triste, la cual quitó inmediatamente, reemplazándola por su típica sonrisa burlona—. ¿Qué más da? —se encogió de hombros y se levantó de mi lado.
Los sábados eran los únicos días de la semana en los que los familiares de los pacientes podían visitarlos sin que fuese una emergencia. Muchos estaban acompañados mayormente por sus padres y algunos hermanos, en cambio, otros permanecían solos, como nosotros. Por mi parte yo no tenía nadie que me visitara, y si lo tenía... no quería verlo.
Habían transcurrido cerca de dos semanas recluido en esta prisión. Tenía consultas médicas y psiquiátricas al menos dos o tres veces por semana, los días que no, teníamos otras actividades y de vez en cuando teníamos ratos libres, como ahora. Estar aquí era como estar en el maldito infierno. Aunque me enorgullecía ser un problema, era justo eso lo que me mantenía más tiempo encerrado.
Golpeé a mi psiquiatra en la primera sesión y ahora querían mantenerme vigilado y con medicamentos todo el tiempo, como si fuera mi culpa que el tipo hace muchas preguntas... Tenía otros psiquiatras pero casi no les hablo, me sacan de quicio sus preguntas y que me traten como si fuera un... Un maldito loco.
Como sea... Estaba aburrido. Había pasado los últimos días con la compañía de Alicia y Jasper, pero en este momento me apetecía estar solo.
—Creo que ponen medicamentos en mi comida —le dije a Jasper caminando a su lado.
—Tal vez no deberías resistirte a tomarlos por las buenas, no son tan malos —sonrió en mi dirección.
—No los necesito, sólo quieren volverme loco.
—Ya estás loco —respondió.
—Sólo tienes algunos problemas de humor —dijo Alicia uniéndose a la conversación. Sonreía de oreja a oreja e iba con su uniforme de enfermera voluntaria.
—No se puede confiar en personas de ojos verdes —le dijo Jasper.
Debe estar, en serio, loco, pensé, los ojos de él eran como esmeraldas, eran verdes.
—Mi color de ojos no define quién soy —contestó orgullosa.
—¿Creen que algún día pueda escapar? —pregunté de mala gana.
No me dejaban fumar aquí, no me dejaban tener cigarrillos.
—Colabora y podrás irte, Darrien —Alicia rodó los ojos.
—¡No sé qué mierda hago aquí! —me mantenían dopado o yendo a terapia.
—... Y podrías tratar de dejar de maldecir —finalizó.
—¿Al menos podrías impedir que adulteraran mi comida? —pedí rodando los ojos.
—Debes tomar las pastillas, son órdenes del señor Grayson, con quien, por cierto, tienes consulta en —miró el reloj en su muñeca izquierda— doce minutos.
—En serio, podría matar al tipo y aún así insiste en verse conmigo, ¿qué le pasa? —hablé con indiferencia pero divertido.
El doctor Grayson era mi psiquiatra. Lo veía casi todo el tiempo. Era un viejo irritante y odioso. Sólo me hacía preguntas, se burlaba de mis respuestas —o de mí, directamente— y me daba pastillas.
Me había visto con tres psiquiatras, contándolo. Él pidió atenderme, personalmente.
—Tal vez si no lo matas podrías salir de aquí más rápido —bromeó Jasper.
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Miradas Frías [gay] TERMINADA
De TodoDarrien es un asesino serial y William un chico que se preocupa por sus calificaciones. Darrien quiere asesinarlo y William está enamorado de él. ¿Quién será víctimas del otro? TERMINADA