Capítulo 13

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Miré con asombro al hombre sentado en uno de los sillones de mi sala, me miraba serio. ¿Qué era eso ahora?

Rápida, y disimuladamente, dirigí mi mano derecha hacia uno de mis bolsillos traseros, tenía una navaja, siempre tenía una encima. La saqué de ahí y seguí escondiéndola tras mi espalda. Tenía que sacar a ese tipo de mi casa, me dije. Fruncí el ceño ante él y me quedé callado.

—Hola, Darrien —me lanzó una mirada retadora, parecía que también guardaba algo tras su espalda.

—¿Quién eres y qué haces en mi casa? —dije acercándome lentamente a él.

—Soy tu tutor legar, así que técnicamente esta es mi casa —habló con burla, abrí mis ojos grandes y lo miré extrañado.

—¡Lárguese ahora mismo de mi casa! —saqué la navaja y me acerqué rápidamente a él.

—No, tú escuchame —se levantó estruendosamente de la silla y me apuntó con su arma entre mis cejas, tenía su dedo en el gatillo. Me quedé quieto, pasmado—. Ahora te vas a sentar y me escucharás.

Iba a apuñalarlo en el costado cuando tomó mi brazo con mucha fuerza, como si leyera mis pensamientos. Era un hombre maduro, debía estar en sus sesentas, era muy fuerte.

—Idiota, obviamente estoy mucho mejor entrenado que tú —volvió a hablar—. Te dije que te sentaras —me empujó y en el instante me quitó la navaja de las manos.

Me le fui encima y quedé sobre él tratando de golpearlo. Sentí un golpe en mi nuca, claramente no me lo había dado él. Me quejé y lo sobé, perdí la consciencia.

...

Despierta, Darrien. Maldita sea, ¡despierta!

Un balde de agua fría me despertó. Tenía un punzante dolor de cabeza.

Miré a mi alrededor, parecía que estaba en un deposito polvoriento y abandonado. Había un bombillo colgado justo encima de mí, alumbrandome. Todo lo demás estaba oscuro. Estaba atado a una silla, las cuerdas apretaban mucho, me dolía moverme. Igual intentaba soltarme.

El hombre que entró a mi casa estaba frente a mí, también sentía la presencia de otras personas, aunque no las viera a todas.

—Tú nos obligaste a hacer esto, Darrien —habló suavemente. Empecé a reír un poco.

—¿Qué es esto? —dije entre risas—. Me tienen secuestrado como en las películas de mafiosos y policías, cuánta originalidad...

—Te has llevado una muy mala impresión de nosotros, lo sentimos —habló de nuevo.

—Les dije que era una locura —habló otro. Era un chico, por su voz, una voz conocida. No lograba pensar quién sería, no lograba pensar nada. Tampoco veía a quien habló.

—Es una historia muy larga —interrumpió el mismo tipo de antes.

—Quiero saber por qué estoy aquí —dije cabizbajo— ¡ahora! ¿Creen que tengo miedo? ¡Desátenme! —empecé a tratar de liberarme, fue inútil y me hice daño.

—Lo que sucede, Darrien —habló un anciano sentado delante de mí— es que tu abuelo, un amigo y yo fundamos una banda de delincuentes juveniles hace ya muchos años —rió nostálgico—. Con el tiempo creció y henos aquí. Tu abuelo murió hace ya unos años, buscamos a tu padre y no sirvió de nada. Te seguimos desde entonces, sabemos muchas cosas, como la muerte de ellos, tus padres.

Lo miré impactado, sentía mucha ira. ¿Quién era esta gente?

—Mi otro amigo acaba de morir, yo estoy en mi lecho de muerte. Sólo queda Vladimir —señaló al hombre calvo y alto que me trajo aquí—, él es tu tío abuelo, quizás no lo conocías. También contamos contigo y el nieto de mi amigo, él debería estar aquí también.

Miradas Frías [gay] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora