Capítulo 30

2.5K 238 11
                                    

Habían pasado ya casi nueve meses y, para ser honesto, no muy agradables. Cada segundo que pasaba encerrado era el peor de mi vida, cada uno peor que el anterior.

(—¿Cuántos tiempo más tengo que estar así? —dije (pensé en voz alta)—. Estoy harto. ¿Cuándo me iré?

—Tal vez más pronto de lo que crees —respondió el doctor.)

—Sabes que la puerta se abre desde dentro también, ¿no?

Alicia, la enfermera, abrió la puerta de acero de la que había sido mi habitación desde que estoy aquí.

—Pensé que estaba castigado —respondí divertido.

—Odio el sarcasmo, es una estupidez —Alicia rodó los ojos y se cruzó de brazos—. Tal vez por eso los doctores no te dejan salir.

—Grayson me mantiene en cautiverio para explotarme, ¿sabes? Es abuso de enfermos.

—Haberlo dicho antes —rió falsa—, siempre he pensado que ese chico que aparece en la página pornográfica de menores tiene un gran parecido contigo.

—Si buscas en la sección de ancianos con fetiches extraños... —reí y me levanté también de brazos cruzados.

Alicia y yo encontramos un punto donde podíamos mantener una conversación ligeramente amistosa, sin ninguna confianza especial. Es mejor que las demás enfermeras, al menos.

—Tengo casi diecinueve, de hecho —añadí.

—Y el mal genio de un hombre entre cuarenta y cincuenta años —se burló.

—Lo risueño no era lo mío —me encogí de hombros y ella bufó.

—¿Así que eras la oveja negra de la familia? Grayson te acapara tanto que no tengo oportunidad de conocerte —sonrió, pero un destello de diversión seguía en sus ojos.

—Podrías preguntarle, aparentemente quiere saber todo sobre mí —rodé los ojos recordando todas las sesiones y terapias de las que había sido parte—. Y prefiero considerarme la oveja malvada de cabello rubio, pero nada contra la lana negra.

—Dios, eres tan divertido... Ya recuerdo por qué nunca vengo aquí —rodó los ojos, ¿no que odiaba el sarcasmo?

—Creí que era tu trabajo —sonreí con sorna.

—Creí que sabías que no me pagan —dijo de mala gana—. Igualmente sólo vine a recordarte que tienes que comer algo.

—Oh, no, por favor. Tal vez pueda salir de aquí como un cadáver.

No me encantaba morir de hambre, pero la comida que servían a los pacientes era espantosa, lo había comprobado al pasar del tiempo. Grayson había adquirido la costumbre de traerme comida suya, pero los días que no teníamos una sesión debía solucionar mi propia comida.

—Podríamos hacer un trato —propuso en voz baja y sonriendo grande—. Te doy algo de comida mejor a cambio de información.

—¿Qué carajo quieres?

Alicia me estaba fastidiando, estaba insistiendo demasiado y eso no podía traer ni deberse a nada bueno. No confiaba en ella, no podía.

—¿Por qué tanto interés en mí? —pregunté desconfiado.

—¡Wow! No sabía que tenía algo de malo, ¿no confías en nadie?

—No, mi único amigo me traicionó y cree que estoy desquiciado, mi otro amigo está en prisión por mi culpa... Y el idiota que dijo que me amaba me abandonó —respondí aún desconfiado.

Miradas Frías [gay] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora