Un día soleado, así era la fina arena se metía entre sus dedos provocando cosquillas en medio de ellos.
Fijó su mirada hacia el horizonte y observo las olas, la manera en la que se movían y arrastraban todo lo que estuviera a su paso. Algo simplemente increíble. No pudo evitar recordar el intenso amor que le hacía sentir, algo -que el mismo se aseguraba- jamás podría ser capas de sentir por otra persona. Se acercó al mar permitiendo que la marea alcanzara sus pies. Su mirada parecía buscar algo que muy probablemente no hallaría nunca más.
Me acerque a el con un gran nudo en mi garganta deseando que esto jamás hubiera pasado, deseando que fuera un sueño, tanto para el como para mi. Pose mi mano en su hombro con esperanzas de hacerle sentir apoyado, el se volvió hacia a mi y sin decir una sola palabra se vio abatido por el llanto y la depresión. Sus ojos me transmitieron tanto dolor... Pero yo tenía que ser fuerte por el, porque ahora sólo nos teníamos el uno al otro y ya no había nada que pudiera hacer.
Este era un claro ejemplo más de como un segundo hacen la diferencia, de como de un momento a otro las cosas pueden cambiar completamente y que no siempre es para bien.
Era viernes por la tarde, un chico Moreno y majestuoso surcaba imponentemente las olas, varias personas soltaban gritos de sorpresa, otros más vitoreaban al chico.
Había una chica rubia sentada en la arena y a su lado un chico de cabello negro intenso. Los dos hablaban animadamente y en ocasiones la chica gritaba apoyando al moreno, mientras que el pelinegro revisaba su móvil.
Cuando la competencia termino y ya habían dado los resultados de los semifinalistas-entre los cuales se encontraba el Moreno a la cabeza-el surfista se acercó a la chica y la besó.
-Calum, el es Michael mi mejor amigo de la infancia hoy regreso a Australia y le pedí que me acompañara a ver a mi novio domar esas olas.-Dijo la rubia con entusiasmo.
-Es un gusto, Michael Clifford.-El teñido tendió su mano y el Moreno la tomo presentándose también.
La rubia recogió la manta que yacía en la arena y se puso un sombrero. Los tres caminaron lentamente por la playa hasta llegar a un bar.
Calum, el chico moreno, pidió una cerveza, su rubia novia un whisky y Michael un vaso con soda.
-Y Michael ¿en dónde estuviste todo este tiempo?-Preguntó Calum sintiendo demasiada curiosidad por el recién llegado.
-Bueno, estuve estudiando la preparatoria en Los Ángeles debido a una beca que me dieron y también por el intercambio escolar siendo más precisos.-Contestó Mike orgulloso.
-Wow, entonces eres un completo cerebrito ¿ah?-Calum soltó impresionado.
-No, solamente soy inteligente, y me esfuerzo por lo que quiero. Eso es todo.-Dijo modesto el chico.
-Si, es un completo nerd.-Intervino la rubia entre risas ciertamente ebria.-No te ofendas Mike,¿recuerdas cuando te bese en el baile de bienvenida?-Los colores le subieron a la cara al teñido intentando callar a su indiscretamente ebria amiga.
-Si, besabas muy mal por cierto.-Calum sintió unas ganas intensas de reír, Bethania en un inicio era muy mala besando. Calum le ayudo a mejorar. O eso es lo que el moreno pensaba.
-Bien, Bethania creo que es hora de que vayas a casa.-Sentencio Calum tomando a la chica entre sus brazos.
Pagaron las bebidas y salieron en dirección a casa de Bethania. En cuanto la colocaron en la cama cayo dormida y los dos chicos salieron de la casa.
-¿Cuantos años tienes?-Le preguntó Calum a Mike.
-Tengo 19 años ¿y tu?
-Cumplí 19 en Enero.
