Era el primer día de clases del último año de preparatoria. El salón se iba llenando poco a poco de alumnos, los alumnos debían sentarse en prejas, había una chica castaña de cabellos rizados sentada en la segunda fila, ella estaba sola, el lugar junto a ella aún no estaba ocupado por nadie. A las 8: 20 el lugar seguía vacío, justo diez minutos después un chico alto, rubio, de ojos azules y pierceing en el labio se quedó de pie en la puerta y dio un leve golpecito a esta, llamando la atención del docente a cargo y de sus ahora compañeros, la castaña no prestó atención y siguió resolviendo sus ejercicios de física.
-Llega tarde señor...- Habló el profesor buscando en su lista al único de los jóvenes que no tenía asistencia.- Hemmings.-Concluyó satisfecho de haberlo hecho bien en su primer día de trabajo.
-Lo lamento, soy nuevo por acá, no sabía muy bien como llegar, una disculpa profesor.- Dijo el chico y su voz tan profunda y amable hizo suspirar a muchas jovencitas, a muchas menos a la castaña del frente.
-Puede pasar. -Dijo el profesor calvo de más o menos 50 años, alto y con porte al ver que era una muy buena excusa.
El rubio entró silencioso al salón de clases y la mayoría de las chicas lo miraban detalladamente, desde como sus piernas largas y provocadoras se flexionaron un poco para sentarse, hasta como su rubio cabello se movía con la pequeña brisa que se colaba por la ventana. La castaña al sentirse observada giró un poco su cabeza, lo suficiente como para darle un buen panorama de lo que estaba sucediendo, el rubio, el atractivo, delgado y extremadamente alto chico rubio había tomado el asiento vacío, la chica lo miró sin prestarle mucha atención, y siguió trabajando. Todas las chicas de la clase del Señor Fitz envidiaban a la "señorita indiferencia", para ellas el era el hombre perfecto, lo anhelaban, le deseaban. Pero para nuestra amiga Annia no era la gran cosa, solamente un chico extremadamente alto, rubio e impuntual, el cual, por muy buen pretexto que haya tenido no era razón para presentarse retardado al colegio.
"Si aún no se como llegar a mi colegio, me levantaría 20 minutos más temprano." Pensó la chica. Ella no podía tolerarse así misma llegar un segundo tarde al colegio. Siempre buscaba soluciones a sus problemas, siempre encontraba la forma de hacer todo perfecto, y si algo salía mal se exigía más, como debe ser.
El chico tocó el hombro de la castaña y ella despego la vista de sus ejercicios para prestar atención a Luke.
-Eh... Perdona que te moleste pero... ¿Me prestarías un lápiz? He olvidado el mío.- Dijo el chico apenado por molestar a su compañera. Ella se veía tan concentrada que realmente le inomodó molestarla por algo tan estúpido como eso.
"¿Ni siquiera puede traer el material completo?" Rodó los ojos mientras criticaba la falta de responsabilidad y anticipación de su compañero. Abrió su bien organizada lapicera y sacó un lápiz deshaciendo el nudo que le había hecho a la liga para mantener ordenados los lápices y evitar que se mezclen con sus otros útiles.
El chico la miró extrañado. "Pero que chica más rara" Pensó el al ver lapicera tan ordenada. Annia le tendió el lápiz a Luke y el lo tomó brindándole a ella una amplia sonrisa, una muy linda y perfecta sonrisa, provocando que el aro de su labio inferior se moviera un poco. La chica lo miró con iterés,
"¿Qué lo llevó a perforarse el tan rosado y bonito labio?"Pensó ella, al escuchar en su cabeza como sonaba aquella incógnita sacudió la cabeza, y volvió a sus ejercicios.
Luke no prestaba tanto empeño en lo que hacía, en el procedimiento, en el resultado y en la comprobación, o por lo menos no como su compañera.
Annia sintió la fija y azulada mirada de Luke, la puso nerviosa, por consecuente su lápiz resbalo de entre sus dedos hasta el piso, Annia bufó y se agachó para recogerlo. La blusa que Annia llevaba sin mangas, de color negro y rosas rojas, olgada no cubría suficientemente bien su espalda, pues, al agacharse por el Luke no pudo evitar recorrer la desnuda espalda de la chica.
