-Vamos, déjame hablar contigo.- El chico golpeaba suavemente la puerta con los nudillos.
-No, quiero que te vayas ya.- Dijo la chica mientras seguía abrazando sus rodillas.
Sus lágrimas eran de dolor, un dolor de aquellos que salen desde lo más profundo del alma cuando pierdes a alguien a quien amas. Ella había perdido a la única persona que tanto había amado.
-Por favor, abre la puerta Lane, sé que te duele, pero necesitamos hablar.- El chico llorando le suplicaba abrir la puerta.
El sólo quería abrazarla, decirle cuanto lo sentía. Pero no era culpa de nadie, a veces este tipo de cosas pasan sin que nos percatemos de ello. A veces pierdes algo que amabas, y no te das cuenta hasta que es verdaderamente tarde. Para Lane ya era bastante tarde, ya no podía recuperar lo que tanto tiempo había amado.
El móvil del chico timbro una vez, dos, tres veces. El no atendía, al otro lado de la línea había alguien que lo esperaba, y Lane sabía quien era.
Lane se puso de pie en cuanto el móvil del chico dejo de timbrar. Enjugo sus lágrimas con violencia sintiendo como el corazón le pesaba, como le quemaba el pecho, en su estómago se presentó un gran vacío. Sabía que significaba, el vacío significaba una sola cosa, una dolorosa cosa, lo había perdido.
Lane abrió la puerta lentamente, vio al chico sentado en el suelo, sosteniéndose la cabeza entre sus manos, el estaba llorando.
-¿Es ella?-Dijo Lane.
-No, no lo sé, no revise mi móvil.- Contesto el chico de ojos color chocolate miro la pantalla de su móvil, si, había una llamada perdida y si, era ella.
-Si, fue ella.- Declaro Lane completamente segura de sus instintos. - ¿Cómo es que tu.....- Dijo Lane comenzando a derramar lágrimas de nuevo. Se alejo del chico y golpeo sus piernas con los puños. -Sigo sin comprender como. Teníamos tanto y tu simplemente... Cediste, te dejaste llevar por esa cualquiera.
El chico se acercó violentamente a Lane, la acorralo contra la pared, miró sus bellas esmeraldas.
-No la llames así.- Dijo el chico.- No te atrevas.- El apretó su cuerpo contra el de la chica. Era un bello contraste.
Era como ver a una flor, una delicada, frágil y desprotegida flor,creciendo a los pies de un enorme y fuerte roble.
-¿Cómo, una cualquiera que abre las malditas piernas con el primer pene que le pongan enfrente?- Preguntó la chica con una rabia profunda. No podía resistirlo más.- No sé que es peor, la maldita fácil que las abre, o el maldito imbécil que se coloca en medio de ellas.- Escupió con asco la morena. Él golpeó la pared fuertemente a los lados de la cabeza de la chica, asustándole.
-Para con eso, ¡para!- Gritó el chico y volvió a golpear a los lados repetidamente.
-¡Ya basta, basta!-Gritó Lane, más el chico siguió al grado de hacer un gran agujero en el tapiz de la pared y sin importarle siguió. -¡Basta Calum, basta!- Gritó Lane llorando aún más.
Calum se detuvo y miró a Lane, comenzó a llorar, llorar y llorar. Se recargó en el pecho de Lane y soltó un gran gemido, un gemido de dolor y frustración. La angustia, la tensión y la decepción era palpable en aquel lugar. Calum se acercó paulatinamente a la chica mientras sus ojos seguían conectados, sus labios se acercaban cada vez más y cuando estuvieron a punto de unirse el móvil del chico comenzó a sonar. Lane perdió el control, se zafó de aquel contacto y tomó el móvil de Calum.
-Regresa eso.- Dijo el chico intentando arrebatarlo de sus manos. Lane miró la pantalla y vio el nombre de aquella chica.
-Jamás me dijiste quien era ella.- Se volvió a ver al chico.