Columbia
3 de Marzo, 2020.
Cerré la maleta y suspiré. Me despedía de tantas cosas aquel día. La academia que me acogió durante tantos años me cerraba las puertas. Para que yo misma abriera la mía. La graduación era aquella tarde y yo estaba de los nervios. Iría a casa de Amelia a que Charlotte, su esposa, me arreglara. Era estilista y no había nadie mejor para peinarme y maquillarme. Pero la casa estaba a rebosar de gente desde la noche anterior. Mi familia y mis amigos acudieron hasta la capital inglesa para ver como me graduaba.
Después de la ceremonia, volvería a la isla después de tanto tiempo. Pero sería corta mi estancia, ya que en junio volvería a Londres a empezar a ensayar para un musical. Solo bailaría, ya que lo de cantar no era mi fuerte. Según Pedro siempre se me dio bien, pero él era el cantante. Yo la bailarina.
Llevaba mucho tiempo sin saber nada de él. Tampoco preguntaba a mi familia o amigos como le iba. Una parte de mi supo perfectamente que, si preguntaba, me haría daño. Uno innecesario. La ultima vez que le vi fue en Londres. Justo donde estaba en ese momento. En la habitación que durante tantos años compartí con Aya y Mimi. Mis mejores amigos junto a Noelia. Y los chicos. Nunca perdí contacto con nadie de la isla, excepto con él.
–¿Estás lista Cols? – la voz de Rodri hizo que me sobresaltase. Su mano rozó mi cintura y me giré con una sonrisa.
Nuestros labios se rozaron lentamente hasta terminar besándonos. No había nada serio entre ambos, solo un par de líos sin mucha importancia. Los dos opinábamos lo mismo. Nos lo pasábamos bien juntos, pero ninguno quería nada serio. Él se iría a la universidad de Columbia. La misma que llevaba mi nombre. Aunque yo me llamaba así por la ciudad en Maryland. Donde mis padres se conocieron hacia muchísimos años. Tantos que ni ellos sabían cuantos llevaban.
–Lista – dije, separándome de sus labios.
Rodri bajó mi maleta hacia el Uber que nos esperaba. Él se encargó de pedir uno para cada uno de los que estábamos ahí. Mimi no estaría en la graduación, cosa que dolió. Pero tenía una gran oferta en Chica irrechazable. Aunque las condiciones no era del todo buenas, cobraría muchísimo. Solo estaríamos cuatro de todos los españoles. Y Hugo se marcharía al día siguiente. Audicionó para otra escuela superior de danza en Madrid y le aceptaron. Según él fue solo porque estudió en la academia. Pero tenía talento. Demasiado. Hicimos una presentación dos años atrás y en los ensayos siempre quedaba anonada con el talento que Hugo poseía.
Sin decir nada y aguantándome las lágrimas, bajé las escaleras. Justo abajo, una Aya llorosa me esperaba con los brazos abiertos. La mayoría de los alumnos estaban de vacaciones. Pero todos a exceptuar de los del último curso, regresarían en dos semanas. Nosotros ya nos graduábamos, el ultimo año era mucho más corto que los anteriores.
Cuando sentí el cálido abrazo de mi mejor amiga, no pude evitar llorar. Mi etapa aquí se acababa. La más bonita de mi vida. Me separé de ella y le limpié las lágrimas.
–Gracias por estar siempre – dije mientras no podía parar de llorar.
–Gracias por estar siempre – respondió con la misma frase.
Siempre nos dijimos lo mismo. Durante todos esos años, todos esos recuerdos, esa fue nuestra frase.
Salimos de la academia. La ceremonia no se celebraría ahí, sino en un teatro del barrio. Por lo que esa era la última vez. A menos que nos dejáramos algo, cosa que dudaba.
Cada uno se subió en su Uber y fue hacia su destino. Media hora más tarde, llegué a casa. Una vez abrí la puerta oí gritos. Parecía la casa de la isla. Una que no pisé mucho los últimos años. Los veranos los pasaba con mis tías por el mundo. Nunca regresé. Solo una vez y en Navidad, pero no estuve ni un día entero. Canarias me traía buenos y malos recuerdos. Pero siempre concluía en que ese no era mi hogar.
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COLUMBIA | Quevedo
FanfictionColumbia quiere triunfar en el baile. Eso siempre lo ha tenido claro. Dejará atrás su isla, su familia y amigos. También a él. A Pedro, su mejor amigo prácticamente desde que nació. Pero su sueño está por encima de todo y todos. Y no parará hasta co...