Columbia
Eran las dos de la mañana cuando oí la puerta principal del apartamento cerrarse. Me giré hacia el otro lado de la cama, donde debería estar durmiendo Pedro, pero no estaba. Algo asustada, me levanté de la cama. Abrí la puerta, que estaba cerrada. Salí hacia el comedor y no había nadie. Tampoco en la cocina ni en el baño. Miré el móvil, a ver si el canario me había dicho donde estaba o algo. Nada, ni un mensaje.
Oí ruidos provenientes del otro lado de la puerta principal. Fui a mirar por la mirilla a descubrir de que se trataba. Otra cosa no, pero el cotilleo me daba la vida.
Pedro aguantaba a Miguel, bastante mal y sin todos sus sentidos al cien por cien. Parecía estar buscando algo en su bolsillo. Enseguida le abrí la puerta.
–¿De dónde viene así? – pregunté, aunque solo me bastó tener al de Granada un poco cerca para saber que apestaba a alcohol y un poco de tabaco.
–De una fiesta, me llamó una chica desde su teléfono, no sé quién era – informó.
Le ayudé a llevar al chico hasta el sofá. En el camino, Miguel fue hablando.
–Selena se ha follado a otro – comenzó a llorar tras decir eso.
Nos sentamos todos en el sofá y apoyé mi mano en su hombro. Selena era su rollo y por eso habíamos venido. Que le hubiera engañado debería dolerle. No eran nada serio, por lo que yo sabía. Pero igual. A veces dolía más un casi algo que algo serio. Piensas en el 'que hubiera pasado si' y no en 'que pasó'. Le entendía. Era una sensación horrible.
–No pasa nada, habrá personas mejores esperándote, ya verás – motivé al chico. Él seguía llorando, desconsolado.
Pedro no dijo nada. Solo miró a su amigo, que no podía parar de llorar. Al rato, una vez más tranquilo, le dejamos en el sofá para que descansase. Yo fui al baño a lavarme la cara. Tenía un brote de granitos bastante pronunciado, algo que según mi edad no me correspondía, pero que según mi dermatólogo no era grave. Para él no lo sería, pensé cuando me lo dijo.
Entré a la habitación y el canario estaba tumbado mirando el móvil. Llevaba sus gafas de pasta y parecía muy concentrado en la pantalla.
Sin soltar palabra, me tumbé a su lado. Hasta que suspiré y hablé.
–Antes no me has respondido – retomé el tema del que habíamos hablado, o intentado, horas antes –. Que ha significado para ti.
Me miró y apagó el móvil. Suspiró y apartó dicha mirada.
–Ha significado mucho. Tanto como tú.
–¿Y qué significo yo? – pregunté.
Suspiró y me devolvió la mirada de nuevo.
–Todo. Eres mi todo. Desde que te conozco. Desde que – hizo una pausa –. Desde que te marchaste a Londres solo he podido pensar ti. Y en lo mucho que te quiero.
Mis ojos se aguaron. Intenté no llorar. Conseguí a duras penas hacerlo.
–¿Por qué no me lo dijiste? – mi voz rota hizo que él tocara mi hombro y lo acariciase. Apartó el mechón rebelde que caía –. Te hubiera correspondido.
Fue ahí cuando sus ojos se aguaron también. Estábamos hechos unos sensibles, pero solo cuando se trataba del otro.
–¿Y qué iba a saber? – preguntó, con cierta desgana –. Te marchaste y – una lágrima cayó por su mejilla y la limpié.
–Tenía que cumplir mi sueño. Y lo he hecho. Este verano seré profe en el casal de baile – su sonrisa provocó la mía, como siempre –. Y quien sabe, es un principio.
Dejé mis lágrimas a rienda suelta, haciendo que me abrazase. Y me transportase al pasado, cuando volvía llorando a casa porque alguien me había hecho algo en el colegio o en la academia de la isla. Me acogía entre sus brazos, me sentía tranquila.
–¿Sabes? Solo odio una cosa en la vida – dijo, y le miré –. Bueno son dos – sonreí.
–Anda di – me separé un poco de él, o lo intenté.
–La primera, verte triste me rompe en dos. Y la segunda, que no me digas que ha significado para ti ese beso. Bueno, besos. Que no ha sido uno solo.
Sonreí y aparté la mirada, algo nerviosa.
–Quizás, haya significado lo mismo que para ti – murmuré, nerviosa.
–No me acuerdo de que ha significado para mí, ¿me lo recuerdas? – se acercó levemente, haciendo que nuestras bocas estuvieran a escasos centímetros la una de la otra.
Mi respiración se aceleró, como cada vez que tenía a Pedro cerca. Era inevitable. Tan inevitable, como las ganas de besarle que estaba acumulando en ese momento.
–Todo – susurré, queriendo unir mi boca con la suya. Pero se me adelantó, besándome de forma más agresiva que por la tarde.
–Te quiero – susurré.
Se le escapó un 'te quiero' a la que no quería nada...
Hasta que le conoció...
___
Muy corto, pero he empezado las clases y no he podido hacer más jeje
Pasad buena semana :)
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COLUMBIA | Quevedo
FanfictionColumbia quiere triunfar en el baile. Eso siempre lo ha tenido claro. Dejará atrás su isla, su familia y amigos. También a él. A Pedro, su mejor amigo prácticamente desde que nació. Pero su sueño está por encima de todo y todos. Y no parará hasta co...