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Estuve toda la noche en vela, tanto por la euforia como por el enfado. ¿Cómo pudo hacerme eso? ¿Por qué? ¿Me habrá hecho más veces? La cabeza me daba vueltas por todas las veces que le he hecho caso a Mar en vez de aclarar las cosas con la gente.

Mi momento de trance se fue cuando Raúl tocó mi puerta para decirme que el desayuno estaba listo. Me fui a desayunar, y le conté a Raúl lo que ocurría. No sé cómo lo tomó pero parecía medio confundido medio desganado. Me contó que Mar le dijo que yo era una cazafortunas y que por eso no iba a estar con él. Me quedé en shock. ¿De verdad es capaz de decir esas cosas sobre mí?

De pronto sonó el timbre y yo fui a ver qué pasaba, era Ben con un ramo de orquídeas, mis favoritas. Pero... ¿Cómo lo supo si no le había comentado nunca? Le pregunté y me dijo que era muy observador y que en el instituto siempre llevaba alguna cosa con estampado de orquídeas. Me sonroje, no voy a mentir.

Llevé a Ben a mi habitación para charlar unos momentos mientras Raúl limpiaba los cacharros. Planteamos cómo hablar con Mar y decirle que ya sabíamos lo que hacía. Yo propuse primero hablar con su madre para que Mar no sintiera la presión de 3 personas enfurecidas gritándole y como su madre sabe cómo hablar con su hija pues que mejor que pedirle consejos a ella. Le dijimos el plan a Raúl y él aceptó.

Al minuto siguiente nos encontrábamos llamando a la madre de Mar. Le costó coger el teléfono pero por fin lo cogió. Le contamos todo lo que nos pasó y cómo su hija nos mentía para salirse con la suya. Al principio no nos creyó pero luego empezó a entrar en razón. Nos dijo que la llevaría a un psicólogo después de que nosotros le habláramos. Y en eso quedamos, en que hablamos a la tarde, sin alterar y sin enfados.

Estuvimos hasta las 16:00 en casa charlando y viendo una serie los 3, hasta que tocaron el timbre. Apagamos la tele y fuimos los 3 a la puerta. Era mar, como esperábamos. Un poco confundida pero a la vez avergonzada. La hicimos pasar y sentarse. Hablamos durante un buen rato.

Al pasar una hora todo se solucionó, pero eso no quitó que su madre no le llevará a un psicólogo. Nos despedimos, nos abrazamos y se marchó.

Estuvimos toda esa tarde por la calle paseando, corriendo y jugando. A la noche, Ben me invitó al cine y a una escapada romántica por Alemania. Al principio le dije que no podría aceptar un regalo como ese ya que Raúl estaría solo en casa y solo vino a cuidarme a mi. Pero luego de hablar las cosas con Raúl, él me dió permiso para ir, pero con la condición de no hacer nada extraño.

Esa noche dormí como un tronco, ya que tenía muchísimo sueño de la noche anterior.

Un Amor Psicópata  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora