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Desperté con un ruido de fondo, al abrir los ojos, vi toda la habitación llena de colores y gente. ¡Era mi cumpleaños! ¡Ya se me había olvidado!

Al parecer, Raúl estuvo toda la noche haciendo un pastel y preparando toda la habitación, llenaron de algunos pacientes, doctores/as y algunos policías, ya que me tenían que decir que tenía que hacer.

Me cantaron el cumpleaños feliz, hicieron algunas fotos, me dieron algún que otro regalo, y me dieron una noticia.

La noticia era que habían revisado las cámaras y que tenía ventaja a la hora de demandar. Me sentí muy bien, me sentí más libre. Estaba súper feliz, y se me notaba, por la euforia y la emoción del momento.

Pero tenía la sensación de que en poco tiempo pasaría algo. Lo dejé pasar para divertirme.

Hicimos una videollamada con mis padres, me dieron los cumpleaños felices, y me dijeron que tendría que llegar mi regalo. Unos minutos después, llegó un cartero a mi habitación. Me sorprendí por qué estas cosas tardan un montón en llegar y no tendrían que saber dónde estoy. Me explicó mi padre que tuvieron que avisar al repartidor, que estaba en tal hospital y en tal habitación.

Lo abrí cuidadosamente, por qué la caja y el papel de envoltorio, eran preciosos. Al abrir la caja... Me quedé sorprendida. Era... Una pieza del mayor tesoro de la tierra. Lo saqué, y todos quedaron sorprendidos.

Les agradecí a mis padres, y lo guardé en un cajón. Le dije a Raúl susurrando al oído: "luego si vas a casa llévate el regalo también, no me fío mucho de estas personas."

Raúl me quiso llevar afuera para que tomara el aire, pero antes tomó el regalo, por si acaso. Estuvimos afuera un par de horas, comimos, jugamos y nos divertimos en el campo al lado del hospital.

Al volver a mi habitación vimos que estaba todo revuelto, llamamos a los policías, para que investigarán. Interrogaron a todos los pacientes y doctores que estuvieron en la fiesta de mi cumpleaños. Todos negaron todo, pero yo sospechaba específicamente de una persona, no por su apariencia ni mucho menos, pero vi que miraba demasiado a mi regalo, no era una mirada de "qué hermoso" era más bien como ambicioso.

Yo les dije eso a los policías, pero como no hubo ningún robo, dejaron todo ahí. Yo me cabreé pero no pude hacer nada, más que decirle a Raúl que se vaya a casa (obviamente le dije en voz baja) para dejar en un lugar oculto el regalo.

A la tarde, pedí a los policías que hicieran algo para que no vuelva a pasar nada, y pusieron cámaras para que yo me calme. Estuve toda la tarde con los enfermeros haciendo pruebas físicas y un TAC para saber cuándo me podré recuperar y qué tratamientos tengo que hacer.

Por la noche, tuve un poco de miedo por lo que podía pasar. Llamé a Raúl para que me consolara. Me empezó a calmar y a decir que no iba a pasar nada. Me calme un poco con sus palabras, y me pude dormir, aunque no sé cómo.

Un Amor Psicópata  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora