CAPÍTULO 40

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Ethan

—Entonces quieres que contactemos a tu abuela.

—Sí, quiero verla, su rostro ha comenzado a desvanecerse de mis recuerdos y sé que mi hermano también quiere verla, aunque —dice y me mira—, ¿Crees que es muy peligroso hacerlo?

—Lo será, pero es momento de que veas a tu abuela y sé que quieres hacerlo, han pasado muchos años desde que no la ves.

—Sabes, mi abuela era muy bonita o eso creo, hay ciertas cosas que no recuerdo —sonrío, cuando habla de su abuela sonríe—, pero estoy segura que debe ser muy bonita.

Comenzamos el desayuno y Nyari pregunta de la nada.

—¿Qué soñaste? —pregunta acariciando mi mejilla. La miro por unos segundos y luego respondo.

—Que al final terminábamos divorciados.

—¿Qué? Eso no puede suceder.

—Solo fue una pesadilla —sujeto su muñeca y la atraigo hacia mí abrazándola—, una que odié.

—Eso nunca puede suceder —me abraza con fuerza.

—No va a suceder —aseguro.

Terminamos de desayunar.

—Sigamos trabajando —dice mi esposa y deja un beso en mis labios.

—Sí —ambos volvemos a la sala de estar dónde trabajamos hace unas horas.

Nyari toma uno de los documentos en los que trabajé anoche y hace varias expresiones.

—Me estás diciendo que todo esto es dinero en pérdidas —me muestra el documento.

—Sí, ese es el cálculo exacto.

—Son muchos números... —vuelve a ver los números en el documento.

—Ya lo tengo resuelto —dejo un beso en su frente.

—¿Y los cálculos de la restauración?

—¿Quieres verlos?

—Creo que no —menciona y sonrío—, pero tengo otra pregunta.

—Pregunta —digo mirándola.

—¿Me das un beso? —habla y beso sus labios y luego le doy otro beso.

—Eso no es lo que querías preguntar ¿cierto?

—¿Cómo lo sabes?

—Conozco a la mujer que amo y sé que tu pregunta tiene que ver con números ¿verdad?

—Sí, ¿tienes una cifra aproximada de lo que costará trasladar y restaurar el comando.

—No.

Respondo y dejo un beso en su cuello

—Continuemos con el trabajo antes de que pierda la concentración.

—Ethan.

—Hum.

—Por más ubicaciones que busquemos ninguna es la indicada, ninguna te convence.

—¿Quieres tomarte un descanso?

—No, estoy bien, lo comento porque... te propongo otra solución.

—¿Cuál es esa solución?

—Hay una pequeña base en las afueras de Praga, dejamos de utilizarla con regularidad hace como cinco años, pero sigue en funcionamiento.

—Tu propuesta es buena.

—Hay un, pero ¿cierto?

—Quiero que la nueva ubicación sea de forma permanente.

Ethan: El Peso de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora