CAPÍTULO 44

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Ethan

Tengo a Nyari en mis brazos, giro su cuerpo, levanto su barbilla y hago que me mire.

—Disfruta nuestra velada y solo tienes permitido pensar en nosotros.

—Ethan.

—Hum.

—Ya me cansé —dice con voz tierna—, me duelen mis piecitos.

—¿Quieres que te cargue?

—No, mejor volvamos a casa.

Da un paso y voy por su bolso, miro a mi esposa, pero se ha quedado de pie. Camino hacia ella y coloco mi mano en su espalda.

—¿Ocurre algo?

—Nunca me ha gustado tener tanta seguridad —comenta Nyari al ver a los guardias que siempre están cerca cuando salimos. Es así desde hace mucho tiempo.

—Denzel insistió —y no estoy en contra de ello, odiaría que algo malo le ocurriera a la mujer que amo.

—Lo sé.

—¿Te sientes incómoda? —pregunto, aunque están a una distancia considerable— ¿quieres que les diga que se alejen un poco?

—No es incomodidad, es solo que me gustaría tener una cita en la que solo estuviéramos tú y yo, y no me refiero a que es molesto que los guardias estén cerca.

—¿A qué te refieres entonces? —pregunto y Nyari me mira.

—Me gustaría que no fuera necesario tener tanta seguridad, me encantaría poder salir sin temor a que ocurra un ataque, me gustaría no tener que estar alerta todo el tiempo.

—Te entiendo, sé bien a qué te refieres —doy un paso al frente, giro y miro a Mi Dragona directamente a los ojos hermosos que posee—, te prometo que llegará el momento en que no tengamos que preocuparnos por los ancianos o las familias principales, solo seremos tú, yo y nuestros futuros bebés.

—Me encanta la parte de nuestros bebés.

—Quiero que disfrutes cada momento, no quiero que estés ansiosa todo el tiempo —asiente con su cabeza.

—Sé que llegará el día en que no tengamos que preocuparnos por la seguridad, ¿sabes por qué?

—¿Por qué?

—Porque el hombre que amo, me lo ha prometido —dice sin dejar de mirarme.

—Vamos —sostengo su mano—, dijiste que te lastiman los tacones —salimos a la entrada— Iré por el auto —menciono—, espera aquí, no te muevas, seré rápido.

—Te esperaré justo aquí —responde y sonrío.

Doy media vuelta y camino, el chef aparece a mi frente.

—Tengo listo lo que me solicitó —me entrega una caja, la recibo y avanzo al estacionamiento.

Abro la puerta del pasajero y coloco la caja en el asiento, cierro la puerta y subo al auto, conduzco a la entrada.

Veo a Nyari, bajo del auto y le abro la puerta a mi mujer, ella sube al auto y le quito sus zapatillas.

—Gracias —deja un beso en mis labios. Abrocho su cinturón.

—¿Te duelen mucho? —pregunto y niega con la cabeza.

Dejo un beso en sus labios, cierro la puerta, rodeo el auto y conduzco hacia el edificio Golden Empire, llegamos después de conducir un tiempo, entro al estacionamiento y apago el auto.

Ethan: El Peso de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora