CAPÍTULO 8

3.3K 180 140
                                    

Ethan

Nyari dijo que ya no quiere seguir haciéndolo sola, entiendo a qué es a lo que se refiere. Tampoco quiero que ella siga haciéndolo sola y sinceramente yo no quiero seguir avanzando solo.

—Ethan —ella aún sigue abrazándome y yo correspondiendo ese abrazo.

Ambos estamos sentados en la cama, Nyari se encuentra sentada en medio de mis piernas, con sus rodillas pegadas a mis costillas de forma lateral.

Su cuerpo está pegado a mi pecho y mis manos no dejan de envolverla.

—Hum.

—No debes escuchar conversaciones ajenas —masculla maliciosamente.

Siendo totalmente sincero cuando escuché que Nyari dejaría Londres, no entiendo qué ocurrió conmigo, la forma en que mis niveles de enojo aumentaron en tan poco tiempo, fue algo que me sorprendió, eso nunca me había sucedido, hasta hace unas horas, esa es la primera vez que me ha ocurrido algo así. Se desató algo en mí que no pude evitar y mi pecho se comprimió de una forma que no puedo explicar.

—No lo haré —respondo.

—¿Qué te parece si la próxima escuchas la conversación completa? —ella despega un poco su cabeza de mi pecho y me mira con una sonrisa.

—Esa es una buena idea.

—¿Qué tanto fue lo que estuchaste? —ella sigue mirándome.

—Desde que apareció el mocoso.

—No le digas así —se enfada, nunca le ha gustado que lo llame de esa forma.

—Es lo que es —mascullo orgulloso.

—Lo primero que hizo fue preguntar por ti —Nyari hace pucheros y arruga la frente.

—¿Eso te molestó? —sé que lo hizo.

—Yo he pasado con él mucho más tiempo que tú, por mí era por quien debía preguntar —es graciosa la actitud de Nyari, por lo que no evito sonreír—, no te rías.

—Eres graciosa.

—Ethan —se queja—, Ostin ya no me quiere —se comporta como niña pequeña, no entiendo como es qué tolero sus arranques infantiles cada que ocurren.

—Nyari son seas infantil —reprendo.

—No soy infantil —se queja de nuevo y luego agrega—, pensaba llevarle obsequios, pero con lo ocurrido ya no tengo intenciones de hacerlo.

—Tu reacción es porque preguntó por mí —me burlo de ella, pero mantengo un tono de voz regular.

—Esto no es justo —sale de mis brazos, se aleja y hace berrinche ocultando su cabeza bajo las almohadas haciendo pataletas.

—No llevar obsequios para el mocoso es una gran elección —recalco su cambio de actitud y lo que el crío dijo antes.

—OYE —saca su cabeza de las almohadas y su tono de voz es provocador y desafiante con poco de queja.

—¿Qué? —digo en tono retador.

—Abrázame —cambia el tono de voz a uno dulce.

—¡Qué recibo a cambio! —digo con un tono ladino.

—Que duerma aquí —responde orgullosa.

—Eso ya ibas a hacerlo —me acerco a ella y beso sus labios.

—Bueno, pero en este momento lo reafirmaría.

—Crees que voy a dejar que te marches.

—No lo sé —masculla, pero estoy seguro de qué sabe la respuesta muy bien.

Ethan: El Peso de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora