CAPÍTULO 24

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Nyari

Maya no puede volver al clan en ese estado.

—Limpien el lugar —escucho que Ethan ordena a sus soldados—, sean discretos e inventen algo por el ruido causado.

—¿Qué hacemos con los soldados del clan de luna? —pregunta un soldado de Sol Nocturno.

—Solo manténganlos vigilados —ordeno y luego hablo hacia Ethan— Puedes hacerte cargo —digo.

—Está bien —habla Ethan—, ve con ella.

—Maya —camino en la misma dirección que lo hizo Maya—, espera —sujeto su brazo.

—Quiero salir de aquí —dice y tiene los ojos enrojecidos.

—Vamos —sujeto su mano y hago que camine conmigo.

Subimos al auto en el que llegué y la llevo lejos de todo lo que acaba de ocurrir.

Maya no habla en todo el camino, conduzco hacia el edificio Golden Empire.

Sé que Ethan aún no ha ocupado el departamento donde antes vivía y aún hay pertenencias de Maya ahí.

Llegamos al edificio y subimos directo al ascensor, presiono el botón que lleva a mi departamento anterior.

—¿Necesitas algo? —pregunto después de abrir la puerta.

—Solo quiero descansar y no hablar.

—Bien —respeto que Maya quiere espacio.

Avanza a su habitación y entra, pero deja la puerta abierta.

¿En qué momento todo se tornó de esta forma?

Veo mi reflejo en el ventanal de la sala de estar y mi vestido está manchado de sangre.

Hoy no se debía derramar sangre y mucho menos del clan, y no debía ser Maya quien lo hiciera. 

Toda esta situación salió muy mal.

Escucho que la puerta principal es abierta y veo que es mi hermano.

—¿Cómo sabías donde estábamos? —digo hacia Bal.

—Ethan me dijo dónde podía encontrarlas —dice y me entrega la llave que le di a Ethan hace mucho tiempo—, ¿Dónde está?

—En su habitación —respondo y le indico donde es.

Maya está de pie mirando por el ventanal.

—¿Quieres que los deje solos? —pregunto hacia mi hermano.

Maya no ha inmutado palabra y sé que estar con Bal le ayudará a procesar lo que ocurrió.

—No, no sé qué decirle en este momento —habla Bal mirando a Maya quien mira por el ventanal de su habitación y nos da la espalda.

—A veces no tienes que decir nada —digo hacia mi hermano viendo a Maya—, solo necesitas estar ahí —me alejo para que Balderick pueda estar con Maya.

Ya que Bal está aquí, aprovecho para subir al pent-house y cambiarme.

Subo al pent-house y escucho la voz de Ethan.

Aparece frente a mí.

—¿Hace cuánto llegaste? —pregunto.

—Hace minutos —responde y agrega—, cámbiate.

—¿Dónde están los niños? —indago.

—Aquí —responde y me coloca su abrigo cubriendo la sangre de mi vestido cuando escucha los pasos de Ostin y Mikel a su espalda.

Ethan: El Peso de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora