CAPÍTULO 1

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Ethan

¿Qué carajo fue todo lo que ocurrió? Ha pasado una semana desde mi conversación con Nyari y desde ese día, tengo una jaqueca insoportable.

Todo lo que salió de su boca, me tiene de mal humor todo el tiempo y no lo entiendo.

Estoy en el comando trabajando, sin embargo, no logro concentrarme en nada.

—Todo es una mierda —me levanto de mi escritorio enfadado.

Camino hacia la ventana, no ha dejado de nevar, la escena de mi cumpleaños vuelve a mi cabeza, Nyari, no quería estar en la nieve sola.

Hace días que no la veo, la última vez fue dos días después de terminar el contrato y firmar otro. Uno del que no tenía conocimiento y me hizo enfadar.

Alexei, entra a mi oficina, como es su costumbre, sin tocar la jodida puerta. Mi secretaria, también lo hace.

—Mi amigo del alma —empieza con sus estupideces, y seguido de ello, mi secretaria dirá lo mismo lo mismo de siempre.

—Lo siento coronel —como lo dije, lo hizo—, no pude detenerlo.

En este momento todo es un fastidio. Le indico a mi secretaria que se retire.

—No tienes buena cara —suelta Alexei.

—¿Qué quieres? —digo, la cabeza me punza.

—Hablar.

—Estoy ocupado.

—Sí, creo que lo estás y mucho —sale de la boca de Alexei.

Alexei gira a ver mi escritorio y hay un montón de documentos por revisar, aprobar y firmar.

—¿Todo en orden? —cuestiona Alexei.

—Di lo que tengas que decir y largo —no estoy para sus estupideces.

—No creo que sea el momento —dice y no entiendo sus cambios.

—Largo, no hablarás, así que sal de mi oficina.

—Ethan —Alexei, se acerca a donde estoy de pie mirando por la ventana, los copos de nieve siguen cayendo, está nevando demasiado—, Ethan, te estoy hablando.

—Te estoy escuchando —respondo sin poner mucha atención en realidad.

—Hay documentos que tienes que revisar —señala algo que ya sé.

—Déjalos en mi escritorio —ordeno.

—¿Dónde? —se exaspera—, Espacio en tu escritorio —recalca—, no hay —giro a mirar el escritorio y efectivamente, no hay espacio. Devuelvo la vista a hacia el patio y veo a los soldados de Nyari, entrenar como de costumbre.

—Dámelos —exijo estirando mi brazo para tomar los documentos, pero sin mirarlo.

—Ethan —vuelve hablar Alexei.

—¿QUÉ? —no puedo evitar levantar la voz, girando a mirarlo. A Alexei, no le sorprende que haya elevado la voz, está acostumbrado, en el comando, los superiores siempre han sido exigentes y él, está aquí desde que era un niño.

—Discutiste con Nyari —sale de su boca pura estupidez.

—Largo —le arrebato los documentos y me devuelvo a mi escritorio.

—Lo hiciste ¿no es así? —me sigue a mi escritorio.

—Vete —ordeno—, Alexei.

—¿Qué ocurrió? —sigue insistiendo.

Ethan: El Peso de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora