Ethan: El Peso de la Sangre

CAPÍTULO 43

Ethan

Nyari dice que pensará de forma positiva, pero sé y entiendo que le preocupa que algo malo pueda ocurrirle al clan de luna.

Miro a Nyari y observa angustiada las grabaciones en tiempo real de lo que ocurre en la antigua casa de seguridad en la que se encontraba Zafirina.

Hago que Nyari me mire.

—No te preocupes y tampoco pienses de forma negativa.

—No estoy siendo negativa —habla mirándome.

—Deja de pensar en que algo malo pueda pasar.

—Morgana dijo que sus nietas y bisnietos...

—Zafirina —recalco—, no está en la isla, sino en la casa ámbar. Los niños no están en peligro.

—Sí, Ostin y Mikel están bien —dice Nyari y deja de pensar en las posibilidades negativas.

Dejo un pequeño beso en su frente.

—¿Lo notaste? —habla con un tono pensativo.

—Notar qué.

—Los sobres dejaron de llegar —analizo y es verdad, no han llegado más sobres de los ancianos.

—Es cierto, las amenazas cesaron, esa es una buena noticia.

—No es del todo cierto.

—¿A qué te refieres?

—La inactividad no siempre es una buena señal.

—Eso aun no sucede, ellos siguen en movimiento, bombardearon la casa de seguridad en la que se encontraba Zafirina antes de llevarla a la casa ámbar. Y te recuerdo que dijiste que no ibas a tener pensamientos negativos.

—No son pensamientos negativos solo digo la realidad, debemos estar preparados para lo peor, revelé la existencia de Zafirina y en solo unas horas ellos encontraron su ubicación, de no haber sacado a Zafirina de ahí, habríamos perdido una pieza importante y... —duda en continuar.

—Continua.

—No imagino lo que harán cuando se enteren que perdieron la oportunidad de hacer un gran movimiento.

—Te refieres....

—Sí, si ya están molestos, lo estarán aún más cuando se enteren que todos los soldados fueron movilizados y están fuera de su alcance.

—Debemos salir de Londres antes de que eso ocurra.

—Debemos irnos este fin de semana.

—Concuerdo contigo, ahora ve a la cama y duerme.

—¿Yo? ¿Sola?

—Claro que no, yo iré contigo —digo y Nyari formula una sonrisa en sus labios.

—Tengo una idea.

—Estaré encantado de escucharla —hablo y doy un paso hacia mi esposa, coloco mi mano en su espalda baja y pego su cuerpo al mío.

—Llévame cargando hasta nuestra habitación y nuestra cama.

—El tono de tu voz es sutil y tierno.

—¿Funciona? —pregunta y me inclino, tomo a Nyari, la cargo y la subo sobre mi espalda.

—Oye —se queja sobre mi hombro.

—Ahora —doy media vuelta y salgo de mi estudio— ¿Cuál es tu queja?

—Esto no fue lo que imaginé cuando dije que me llevaras a la cama cargando —menciona y su voz me indica que está resignada a que la lleve en mi espalda e incluso mueve sus piecitos mientras avanzo a la habitación.