CAPÍTULO 1

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LEA

Estamos de vacaciones en Ibiza, y, por fin, después del año más ajetreado de nuestras vidas las chicas y yo hemos conseguido cuadrar nuestros horarios para nuestra escapada anual.

Yo acabo de terminar mi gira por Europa y ellas la temporada, de la cual han salido más que victoriosas tras ganar la champions, la liga y la supercopa. El equipo femenino del Barça está rompiendo todas las barreras y nada me puede hacer más feliz que ver como mis amigas son parte de ello, aunque no lo voy a negar, me encantaría poder compartirlo con ellas de primera mano, como hace algunos años, pero por culpa de una maldita lesión de rodilla tuve que abandonar el futbol profesional.

- ¿En qué piensas? – me pregunta Ona sentándose a mi lado en la piscina de la villa que hemos alquilado.

- En lo feliz que soy ahora mismo estando aquí con vosotras.

- Lea que nos conocemos- dice con el mismo tono que usa mi madre cada vez que lio alguna- ¿qué se te está pasando por esa cabecita tuya?

- Nada, es solo que... que echo de menos jugar, echo de menos compartir cada segundo del día con ellas- señalo la cocina donde las demás intentan cocinar algo para todas- siento que me falta algo, y ya sé que han pasado cuatro años desde mi lesión, pero hay veces que no puedo evitar pensar cómo sería mi vida si eso no hubiera pasado.

Sé que Ona en parte me entiende, ella se tuvo que ir a Inglaterra por una absurda clausula en su contrato y, más de una vez hemos hablado de este mismo tema.

- Llevo días queriéndote contar algo- dice de pronto- pero no sabía cómo te lo ibas, estaba tratando de buscar el momento perfecto, pero no parecía ser ninguno y...

- Ona tranquila- digo cogiendo sus manos entre las mías para que deje de moverlas como una loca- sabes que siempre puedes decirme lo que sea, ¿para eso están las amigas no?

En el fondo de mi corazón esa palabra no terminaba de cuadrar con ella, pero esa será una crisis existencial que tendré en otro momento.

- Vuelvo a España.

- Eso es increíble tía, ¿cómo? ¿cuándo? ¿es oficial? ¿con que equipo? – no puedo evitar abrazarla mientras digo todo esto, pero ella no me devuelve el gesto.

Me separo y en cuanto la miro a los ojos sé exactamente cuál es el motivo.

- Ha sido el Barça ¿no? Vuelves a casa.

Ella asiente y me mira a los ojos antes de volver a hablar. Joder como me gustan sus ojos, siempre tan expresivos, hay veces que con solo mirarlos ya sé lo que pasa por su cabeza.

- Yo... yo...- una lágrima rueda por su mejilla y yo extiendo mi mano para borrar su rastro con mi pulgar- no quiero que te sientas mal, se lo mucho que deseas poder volver a jugar con el equipo, y sé por todo lo que has pasado y en cierto modo yo me sentía igual, estábamos juntas aún con cientos de kilómetros de distancia, y yo no quiero que te sientas dejada de lado ahora o...

- Ey, Ona, mírame- digo tomando su mentón entre mis dedos para que nuestras miradas se crucen- nada me hace más feliz que tenerte de vuelta, y te aseguro que voy a ser la primera en ir a animarte en todos los partidos con tu nombre a mi espalda, porque si alguien se merece esta oportunidad eres tú. Así que olvida todo lo que esa cabecita tuya haya estado pensando hasta ahora y céntrate en esto. Jamás te voy a juzgar por algo que digas o hagas, siempre te voy a apoyar, siempre, no importa lo que haya de por medio, prometimos ser nuestras mayores fans ¿recuerdas?

Ona se ríe ante la mención del absurdo pacto que hicimos cuando éramos niñas, después de ganar nuestro primer campeonato cuando aún estábamos en La Masía. Luego se tira a mis brazos enganchándose a mi como si la vida le fuera en ello, no sé cuánto tiempo estamos así, las dos abrazadas con los pies metido en la piscina, pero solo nos separamos cuando Mapi nos llama desde dentro para que vayamos a comer.

- Una cosa, antes has dicho que llevarías mi camiseta a los partidos- dice Ona mientras caminamos hacia la puerta- ¿Qué pasará con Mapi? Siempre has llevado la suya, menos cuando volvió Alexia después de la lesión.

- Mapi lo entenderá, o eso espero- digo no muy convencida de mis palabras lo que hace que ambas nos riamos. Dios extrañaba el sonido de su risa.

Mapi es como mi hermana, desde que nos conocimos siempre hemos actuado como tal, ella es la hermana mayor que nunca tuve, y sinceramente, a estas alturas hasta nuestras familias nos consideran así. Cuando me lesioné ella fue la que estuvo conmigo, cuidándome, dándome ánimos y levantándome hasta cuando no tenía fuerzas para nada, por eso cuando pasé a ver los partidos como aficionada en vez de como jugadora he llevado siempre su dorsal a la espalda. Era una forma de agradecer a mi leona todo lo que ha hecho por mí.  

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