CAPÍTULO 19

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LEA

De camino a casa de los padres de Ona no separo mi mano de su pierna, es como si necesitase sentir su contacto. No me creo que me haya pedido ser su novia, después de tanto tiempo esperando este momento, y por fin ha pasado.

- Una cosa- dice Ona cuando paramos por culpa de un atasco- ¿vamos a hacer público lo nuestro?

- Yo creo que por el momento nos lo podemos guardar durante algún tiempo, no estoy diciendo que nos escondamos ni nada de eso, pero quiero disfrutar de esto en nuestra pequeña burbuja, solo nosotras y quienes queramos que lo sepan. Al menos por un tiempo.

- Me gusta cómo suena eso- dice mientras vuelve a arrancar el coche- las chicas van a enloquecer cuando lo sepan.

- Y que lo digas, ¿a nuestras familias se lo vamos a decir ya?

- Como tu bien has dicho, disfrutemos un poco más en nuestra pequeña burbuja.

Llegamos a la casa y Ona saca sus llaves, pero antes de que pueda meterlas en la cerradura su hermano abre la puerta.

- Hombre, si ya han llegado las pequeñajas de la familia- dice pasando un brazo por encima de los hombros de cada una para revolvernos el pelo.

- Tienes suerte de que te quiera hermanito- dice Ona abrazándole de costado.

- ¿Tú la estás escuchando Lea?

- Alto y claro Joan, ¿Qué haremos al respecto?

Finge pensar durante algunos segundos pero ambos sabemos cuál será la respuesta, así que nos miramos antes de contestar los dos a la vez.

- ¡Cosquillas!

Ona echa a correr por toda la casa pero conseguimos atraparla entre los dos para empezar a hacerle cosquillas. Igual que cuando éramos pequeños, los terminamos muertos de la risa en medio del pasillo, a veces parece mentira que Joan tenga veintisiete años y sea el mayor de los tres.

- No sabéis cuanto he echado de menos esto estando en Inglaterra.

Nos fundimos todos en un abrazo justo cuando su madre nos llama para que la ayudemos a poner la mesa. Definitivamente hemos vuelto a cuando éramos adolescentes en cuestión de minutos.

- ¿Qué tal tu nuevo trabajo? – me pregunta el padre de Ona cuando ya nos hemos sentado a cenar.

- Está siendo increíble, no puedo explicar lo que ha significado para mí volver al club y poder pasar más tiempo con las chicas.

- La afición está como loca al ver a La Diosa vestida de blaugrana de nuevo- esta vez es Joan el que habla.

Me rio por el dichoso mote que me pusieron hace años, parece que me va a ser imposible deshacerme de él.

- Los culés son los mejores- digo dando un sorbo a mi vaso.

- Ona cariño, ¿qué tal tu vuelta al club? – pregunta su madre.

- Como si nunca me hubiera marchado mamá, de verdad, las chicas son increíbles como siempre. Poder entrenar otra vez con las mejores jugadoras del mundo no se puede comparar con nada.

Terminamos de cenar y, después de un rato de sobremesa, volvemos al apartamento que compartimos ya que mañana tenemos que madrugar para ir a la ciudad deportiva. Como solo tenemos un baño, nos turnamos para ducharnos, y a mí me toca ir primero, así que cuando termino decido que es un buen momento para ir a la cocina a prepararme un té. Estoy esperando a que el agua termine de hervir cuando siento a Ona abrazarme desde atrás.

- ¿Qué haces? – pregunta dejando un beso en mi mejilla.

- Preparo un té.

- Oye- dice mientras gira mi cuerpo para quedar una frente a otra- ¿Te pasa algo? Es que desde que salimos de casa de mis padres no has dicho más de dos palabras seguidas.

Tiene toda la razón, y sé que no tiene ningún sentido lo que estoy haciendo, pero me quedo callada.

- Lea- dice en un tono tan suave que parece que está hablando con un animalillo herido- ¿Qué ocurre? ¿He hecho algo que te halla molestado?

- No, no es nada de eso Pecas, de verdad es una tontería.

- Yo creo que no es una tontería si te tiene así, anda suéltalo.

- A ver es que... Olvídalo es una chorrada- digo intentando alejarme, ¿por qué me estoy comportando así? Ni que tuviera cuatro años.

- Lea- dice Ona alargando la ultima letra de mi nombre y tomándome de la mano cuando intento salir de la cocina.

- Es que me gustaría dormir contigo pero no sabía cómo preguntártelo- digo rindiéndome por fin dejándola ver mi lado más inseguro.

- Ey amor, sabes que siempre puedes decirme lo que sea.

- ¿Acabas de llamarme amor? – pregunto sorprendida con una sonrisa.

- Me ha salido sin pensar.

- Me ha encantado Pecas.

- ¿Sabes lo que me encantaría a mí? Dormir contigo.

Ambas nos reímos y empezamos una pequeña pelea por ver en qué habitación dormimos, al final termina ganando mi habitación ya que es la que tiene la cama más grande.

- ¿Qué lado prefieres? – pregunto mientras bajo la persiana.

- ¿Me dejas escoger?

- Pues sí, la verdad es que me da igual donde dormir.

- A mí también mientras sea a tu lado, así que...

Volvemos a reírnos. Me encanta compartir estos momentos con ella, poder reírme libremente por cualquier chorrada, lo echaba de menos. Al final termino tumbada en el medio de la cama con Ona sobre mí. Su cabeza descansa en el hueco de mi cuello mientras que mis manos navegan por su espalda repartiendo caricias.

- Gracias- digo cuando estamos a punto de dormirnos.

- ¿Por qué?

- Por hacerme la mujer más feliz del mundo.

Ona levanta su cabeza de mi cuello y une nuestros labios en un beso que lo dice todo, no hacen falta más palabras. 

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