ONA
Cuando terminamos la sesión de gimnasio, tanto Mapi como yo nos duchamos y nos cambiamos rápido para poder salir cuanto antes y ver qué tal le ha ido a Lea. Mil escenarios se me pasan por la cabeza, y ninguno de ellos es muy esperanzador, tendría que habernos dejado acompañarla.
- ¿Se puede saber qué os pasa a vosotras dos? Vale que os haya cubierto hace un rato, pero cuando habéis vuelto no estabais centradas- Ale en modo capitana hay veces que mete miedo.
- Perdón Ale- digo yo terminando de calzarme- pero no es algo nuestro, concierne a una tercera persona y debe ser ella quien decida a quién contárselo.
- Chicas me estáis preocupando, pero si las cosas son como decís no os presiono más. Si puedo ayudar en algo decírmelo ¿vale?
- Ni lo dudes- dice Mapi antes de que nos despidamos de ella.
Salimos al estacionamiento y lo primero que hago es buscar el coche de Lea, para comprobar que todavía no se ha ido. En efecto, su coche seguía aparcado en el mismo sitio que esta mañana, así que debe seguir todavía en el bar. La rubia y yo nos apoyamos en su coche mirando directamente a la carretera en frente nuestro.
- ¿Crees que deberíamos entrar? – pregunta Mapi- Hacer como que entramos de forma casual a por un café o algo, no sé Ona no me fio.
- Si entramos es probable que Lea no vuelva a hablarnos, ya sabes como es, cree que tiene que afrentar todo ella sola.
- Ya, pero no está sola, estamos nosotras ¿y si la vuelve a dar un ataque de ansiedad? Te juro que como le haga daño en el próximo partido se las verá conmigo.
- Te prometo que si es así yo seré la primera en ayudarte, pero no quiero que Lea se enfade con nosotras, ahora no necesita más problemas a los que hacer frente. Lo que necesita es nuestro apoyo.
Mapi me va a contestar cuando se da cuenta de que Lea camina hacia nosotras, su paso es decidido, pero después de tantos años sé que es solamente fachada, su mirada está fija en el asfalto, y sus manos se aferran a su pequeña mochila como si la vida dependiera de ello.
- Lea ¿estás bien? – pregunta la rubia a mi lado cuando Lea está frente a nosotras.
- ¿Necesitas algo? – pregunto viendo que ella no va a hablar.
Durante varios minutos sigue callada, Mapi y yo nos miramos confundidas a la par que preocupadas, creo que nunca he visto a Lea tan mal, y a juzgar por la cara de la rubia ella tampoco.
- ¿Podéis...? ¿Podéis abrazarme por favor?
Ninguna de las dos dudamos, y antes de pueda terminar la pregunta la acogemos entre nuestros brazos, es entonces, y solo entonces cuando Lea se rompe. Su llanto es desolador, incluso a mí se me escapa una lágrima aún sin saber de lo que han hablado dentro de ese bar. La poca gente que pasa por la calle se nos queda mirando, eso no es bueno, cualquiera podría reconocernos y sacarnos una foto, justo lo que menos necesita Lea en estos momentos.
- Lea, cariño- tomo su cara entre mis manos para poder mirarla a los ojos- ¿por qué no vamos a un sitio más tranquilo?
- Claro, si, yo...- intenta sacar las llaves de su bolso, pero tomo su mano con cuidado para impedir que lo haga.
- No puedes conducir así- decimos Mapi y yo al unísono.
- ¿Me dejas? – señalo a su bolso dándola a entender que quiero coger las llaves para conducir yo misma.
Lea sigue abrazada a Mapi, quien estoy segura de que la protegería con su vida si hiciera falta, mientras yo abro el coche y seguido una de las puertas traseras para que puedan entrar. Luego es mi turno de situarme detrás del volante para emprender el rumbo hacia la que en unos días será mi nueva casa.
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SIN ETIQUETAS
FanfictionOna Batlle regresa a casa, tras varios años en Inglaterra vuelve a su amada Barcelona, llena de recuerdos y nuevos retos para su carrera. Lea Martínez estaba destinada a ser la mejor futbolista del mundo pero una lesión la impidió seguir su sueño. R...