CAPÍTULO 8

1.8K 113 5
                                    

ONA

Tranco la puerta del cuarto de baño tras de mí y rompo a llorar, no sé por qué lo hago, pero no puedo retener las lágrimas. Escucho que alguien llama a la puerta, sé que es Lea, no necesito verla para saber que es ella la que está del otro lado. No puedo explicar lo que he sentido cuando la ha llamado su hermana, al principio estaba dormida, pero alcancé a escuchar cuando la niña hablaba de mí, pero lo que me ha puesto así es que hablase de mí como una desconocida.

- Pecas ¿qué ha pasado? ¿Te encuentras bien? Déjame entrar por favor.

No respondo.

- Ona por favor, solo quiero saber que estás bien.

Sigo sin emitir respuesta alguna.

- Pecas, me estás preocupando, ábreme por favor.

Sé que este drama no nos va a llevar a ninguna parte, así que decido abrir la puerta antes de las demás vengan también a ver que está pasando. Lea entra con semblante preocupado e intenta acercarse a mí, pero instintivamente me alejo.

- Pecas, por favor, dime que te pasa, hace cinco minutos estabas dormida en mis brazos y ahora no me dejas acercarme a ti.

Intento ordenar mis pensamientos antes de decir cualquier cosa que pueda hacerla daño, y a la vez dándome tiempo para relajarme un poco.

- Antes no estaba dormida, al menos no todo el rato- consigo decir después de unos segundos captando su atención.

- No entiendo dónde quieres llegar Ona.

Ella se sienta en el suelo en frete mía, de forma que nuestras playeras rozan una contra la otra.

- Cuando ha llamado tu hermana se ha referido a Mapi y Ale como sus tías, sin embargo, cuando ha hablado de mí lo ha hecho como aficionada, ¿nunca le has hablado de mí?

Su mirada de culpabilidad me lo dice todo. Sé que todo este drama se debe probablemente al mogollón de emociones que manejan mi cuerpo desde ayer, pero ha sido imposible no sentirme dejada de lado.

- Puede que lo que te voy a decir no lo entiendas, o suene muy raro- comienza Lea- pero cuando te fuiste a Inglaterra se me juntaron muchas cosas, tu marcha, mi lesión, el nacimiento de Noa... Sentía que todo el mundo se centraba en esas cosas y no en mí, tú eras la única que seguía viéndome a mí, a mi verdadera yo, y egoístamente quería que eso siguiera siendo así.

- Estos años en Inglaterra han sido duros, me adapté bien al equipo y a su forma de jugar, pero me sentía tremendamente lejos de todas vosotras. Y al ver que tu hermana no sabe de mí nada más que por los partidos me ha hecho darme cuenta de lo mucho que me he perdido. Me he sentido fuera de lugar completamente y, no sé, he terminado llorando.

- ¿Puedo abrazarte? – me pregunta con lágrimas en los ojos.

Asiento sin tener fuerzas para responder, necesito un abrazo suyo.

- Lo siento mucho Ona, sé que no tengo excusa alguna, fui muy egoísta y nunca he pensado en como esto podía afectarte a ti. He hecho muchas cosas mal durante este tiempo, o al menos hice muchas cosas mal hasta que me di cuenta de que era hora de buscar ayuda. Empecé terapia, y poco a poco todo fue volviendo a su lugar, empecé mi carrera como cantante y todo parecía en orden, pero se ve que aún tengo que arreglar algunos de los desastres que hice- seguimos abrazadas, sentadas en el suelo, nuestras espaldas contra la fría superficie de la bañera- Lo siento de verdad Pecas, siento haberte hecho daño, me duele saber que la única culpable de que estés así sea yo.

Por varios minutos ninguna de las dos decimos nada, yo personalmente parece que me he quedado muda, no sé qué decir o qué hacer. Si hubiera sido cualquier otra persona y no Lea la protagonista de está situación estoy segura de que no me hubiera importado lo más mínimo, pero es que es ella, la única que, a pesar de todo, me ha mantenido a flote aún sin saberlo durante los últimos años. Cada videollamada que hacíamos, cada mensaje suyo que me mandaba me daba fuerza para seguir, me hacía sentir parte de algo, como si aún siguiese en Barcelona.

- Después de la lesión me costó bastante volver a ver partidos, durante un par de meses fui incapaz si quiera de hablar de futbol. Cada vez que lo intentaba empezaban las palpitaciones y los sudores fríos- Lea empieza a hablar, y no quiero interrumpirla porque se que, a su manera, se está abriendo conmigo- Mamá es enfermera, eso lo sabes, así que cuando la toca turno de noche yo me encargo de Noa. Una noche no dejaba de llorar, yo no podía moverme mucho con la rodilla echa polvo así que, la cogí en brazos y me la llevé al sofá. Intenté de todo, cantarle una nana, mecerla en mis brazos, de todo, pero nada funcionaba. Así que derrotada y un poco desesperada me tumbé en el sofá y la coloqué sobre mi pecho, eso solía ayudar, pero tampoco funcionó, hasta que no encendí la tele. Estaban retransmitiendo uno de tus partidos con el Manchester United, y entonces el milagro sucedió, metiste un gol y ella dejó de llorar. Suena raro, lo sé, pero aún estando en otro país estabas ahí con nosotras, ayudándome una vez más.

- ¿Pero aun así nunca le has hablado de mí? – intento entenderla lo juro, pero ahora si que me ha desconcertado.

- En realidad, siempre le he hablado de ti, lo que pasa es que no le he dicho que eras tú.

- Madre mía Lea, como no te expliques un poco mejor... No me estoy enterando de nada.

- Noa sabe de ti como mi mejor amiga, pero no sabe que la chica de la que le llevo hablando desde que nació es la gran Ona Batlle, su futbolista favorita.

- ¿Soy su futbolista favorita?

- Mhm- se sonroja antes de seguir hablando- hace unos meses se empezó a interesar más en el futbol, aunque no sabe que yo era jugadora, sabe que sus titas, como dice ella, lo son, pero no se ha planteado aún por qué mis mejores amigas son futbolistas famosas.

- Lo entiendo, no quieres tener que explicarla lo de la lesión, no quieres que vea tu lado más frágil.

- De verdad que sigo sin saber como me conoces tanto Pecas- toma una pequeña respiración antes de seguir hablando- Sigo la liga inglesa desde siempre, lo sabes, pero desde que estás tú en ella, bueno, estabas, me convertí en su fan número uno. Noa siempre ve los partidos en directo conmigo, a no ser que sean a deshoras y entonces los grabamos y los vuelvo a ver con ella al día siguiente. El caso es que, mientras vemos los partido me es totalmente imposible quedarme callada, y más con la tremendas jugadas que te gastas Pecas, eres increíble, y tal y como lo digo ahora también lo digo delante de Noa, que, como buena niña de cuatro años, sigue todo lo que digo a rajatabla. Estoy segura de que cuando sea una adolescente echaré de menos que me haga tanto caso.

Ambas nos reímos.

- Ósea que se podría decir que las dos estáis obsesionadas conmigo.

- Yo he siempre he estado obsesionada contigo Pecas.

SIN ETIQUETASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora