CAPÍTULO 22

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ONA

Estamos desayunando todas juntas en la cafetería de enfrente de la ciudad deportiva cuando Lea saca el tema del cumpleaños de Noa, y todas se vuelven locas preguntando todos los detalles.

- A ver, ¿entonces cuándo es la fiesta? – pregunta Mapi después de dar un sorbo a su café.

- La fiesta es el sábado por la tarde en casa de mi madre.

- ¿Va a ir mucha gente? – pregunta esta vez Alexia demostrando una vez lo mucho que la intimidan los actos sociales.

- Que va, es algo íntimo, como las otras veces, estaréis vosotras, mi padre y supongo que alguna amiga de mi madre.

- Nos tenemos que poner de acuerdo para ver que le regalamos, que sino luego terminamos siempre igual comprando todas prácticamente lo mismo- dice Patri, y todas la secundan ya que por lo visto en los cumpleaños anteriores de Noa eso es lo que había pasado.

Hoy los entrenamientos pasan bastante rápido, aunque he de reconocer que son duros, se nota que a finales de esta semana es el primer partido. Al medio día nos despedimos de todas después de salir del vestuario y nos dirigimos a buscar a Noa. Hoy le tocaba conducir a Lea, y llevábamos su coche porque era el que tenía la sillita para que su hermana pudiese viajar segura.

No estaba prestando atención al recorrido, siendo sincera estaba demasiado centrada en la conductora como para fijarme en cualquier otra cosa.

- Una foto te duraría más eh- me dice cuando paramos en un semáforo.

Sin pensarlo saco mi móvil del bolsillo y le saco una foto haciendo que se ría, y en menos de cinco minutos llegamos a nuestro destino.

- Qué recuerdos- digo observando la fachada del colegio que nos vio crecer a Lea y a mí.

- Increíble ¿no? – me da un beso en la mejilla entes de volver a hablar- voy a buscar a la peque y ahora vuelvo.

Como hemos aparcado en doble fila me deja las llaves por si tengo que mover el coche o algo en lo que ella recoge a su hermana. En menos de diez minutos veo como se van acercando al coche, y como Lea abre la puerta de atrás dejando subir a Noa. La pequeña no sabía que yo estaba dentro del coche, pero en cuanto me ve salta por encima de la consola central para sentarse sobre mi en el asiento del copiloto.

- Hola princesa- digo cuando me abraza llenándome la cara de besos- ¿Qué tal tu día?

- Muy bien, he jugado un montón con mis amigos y he aprendido a escribir mi nombre yo solita.

- Eso es increíble- digo sonriendo de oreja a oreja- ¿por qué mejor no nos lo cuentas todo mientras vamos a casa?

- Vale- dice pasándose de nuevo a la parte de atrás para que Lea ate los seguros de su silla- ¿Tú también vienes a casa Ona?

Estoy a punto de contestarla pero su hermana se me adelanta.

- Noa, amor, ¿te acuerdas de que te conté que Ona vivía conmigo?

- Es verdad, se me había olvidado- dice mientras mira por la ventanilla- ¿Y yo no puedo también vivir con vosotras?

- Pero entonces mami se quedaría sola- contesta Lea mientras sigue conduciendo.

- Es verdad, y se pondría triste. Mejor sigo viviendo con mami, pero ¿podré quedarme alguna vez en vuestra casa?

Su tono es casi una súplica, de echo compruebo por el retrovisor que no esté llorando, y aunque le falta poco no hay ninguna lágrima derramada aún.

- Siempre que quieras princesa- digo girándome hacia ella con una sonrisa que parece contagiársele.

Llegamos a nuestra casa y, según entramos, Noa corre a la que es su habitación cuando se queda aquí para cambiarse el uniforme del cole por algo más cómodo. Mientras tanto Lea y yo nos metemos en la cocina para ir preparando la comida, aunque ya lo teníamos a medias, ya que fuimos previsoras y anoche nos encargamos de cocer la pasta para que hoy solo nos quedase preparar la salsa que los acompañaría y freír el pescado que tomaríamos de segundo.

Noa llega corriendo por el pasillo y se ofrece a poner la mesa mientras nosotras nos encargamos de los fogones.

- Ona- me llama poniéndose a mi lado- ¿me coges los vasos por favor? Es que no llego.

- Claro que sí princesa- alcanzo tres vasos del armario que hay justo sobre mi cabeza y se los pasó con mucho cuidado para que no se nos caigan- Aquí tienes.

- Gracias.

Lea nos mira con ternura de reojo y yo sonrío involuntariamente, estoy feliz, ellas me hacen feliz, además, está mal decirlo, pero hoy en el entrenamiento me he lucido. La salsa para la pasta debe reposar un poco, así que aprovecho ese tiempo para subir a los stories de Instagram la foto que le hice antes a Lea en el coche. En ella se la ve mirando al frente con una luz preciosa que hace que resalte su pelo rubio y su piel ligeramente bronceada.

Madre mía, las fans van a enloquecer, llevan emparejándonos a Lea y a mí desde siempre, y cada vez que subimos algo juntas o la una de la otra explota Twitter.

- ¿Y esa sonrisa Pecas?

Giro mi móvil en su dirección y ella se ríe negando con la cabeza.

- Para lo discreta que eres como te gusta ver arder las redes ¿eh?

- Es para que nuestras fans no se aburran love.

Soy consciente de como la afecta que la llame así, lo descubrí ayer, y desde entonces no he podido dejar de decírselo a cada ocasión que tengo.

- ¿Qué son los fans? – pregunta Noa sentada desde su silla.

Es Lea quien le contesta a la par que nos sirve la comida a las tres mientras que yo pongo el agua.

- Se llama fans, a las personas que les gusta mucho una cosa, por ejemplo a ti te gusta mucho el futbol ¿no? – la niña asiente atenta a la explicación de su hermana- Pues tú eres fan del futbol.

- También puedes ser fan de personas como cantantes, deportistas, actores o incluso de series, dibujos o películas- digo yo sentándome en la mesa.

- ¿Y vosotras por qué tenéis fans tata? – pregunta inocentemente empezando a comer.

- Pues los fans de Ona son todas las personas que, al igual que tú, la admiran como futbolista.

- Claro, porque es buenísima como el resto de mis titas.

No puedo evitarlo y me acerco para dejar un beso en su cabecita.

- ¿Pero tú por qué tienes fans tata?

Casi puedo escuchar el ruido de los engranajes de la cabeza de la rubia sentada al lado mío, seguro que está tratando de buscar las palabras correctas para que Noa entienda todo lo que tiene que contarle, y sé que desde ayer lleva dándole vueltas a como hacerlo. Solo que la curiosidad de la niña ha adelantado un poco las cosas. 

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