CAPÍTULO 34

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ONA

Han pasado ya varios días desde que adoptamos a la cachorra, y ahora mismo estamos de camino a buscar a Noa, para que pase el domingo con nosotras y nos ayude a pensar un nombre para la nueva integrante de la familia.

- ¿Has hablado ya con tu hermano? – pregunta Lea mientras conduce.

- Todavía no, y antes de que digas nada, ya sé que es momento de hablar con él, te prometo que de esta semana que entre no pasa.

- No lo dejes más ¿vale?, está preocupado, me escribe todos los días preguntándome por ti. Creo nunca habéis estado tanto tiempo sin hablaros.

- Lo sé, pero creo que inconscientemente mi cabeza le está culpando, en parte, por lo que hizo Amanda. Necesitaba tomar distancia durante unos días para no liarla más, ya sabes que cuando estoy enfadada no mido mis palabras.

Lea no vuelve a decir más, y terminamos el viaje hasta la casa de su madre cantando canciones a pleno pulmón.

- ¡Tata! ¡Ona! – exclama la pequeña según abre la puerta junto con su madre.

- Hola princesa- digo agachándome para que nos podamos abrazar, aunque como no se suelta de mí, termino cogiéndola en brazos.

- ¿Ya estas lista, peque? – le pregunta su hermana.

- Sí, ya nos podemos ir- dice abrazándose a mi cuello.

- Primero despídete de mamá ¿no? – le recuerda Lea, y es que cada vez que venimos a buscarla o a pasar el rato con ella, se olvida de absolutamente todo lo demás.

Las tres nos despedimos de Gemma, y nos montamos en el coche, durante todo el camino Noa nos va contando cómo le ha ido su semana. Ella aún no sabe que tenemos una perrita, queríamos que fuera una sorpresa, y así se lo hace saber su hermana cuando estamos aparcando en el garaje.

- ¿Sabes que tenemos una sorpresa en casa peque?

- ¿Una sorpresa?

Lea y yo asentimos y ponemos rumbo al apartamento, siendo inmediatamente recibidas por la perrita, que corre hacia nosotras según abrimos la puerta.

- ¡Un perrito! – exclama emocionada Noa- ¡Tenéis un perrito! ¿Está era la sorpresa? – pregunta ilusionada.

- Si princesa, además necesitamos tu ayuda, ¿se te ocurre cómo podemos llamarla?

- ¿Todavía no la habéis puesto nombre?

- No, peque. Queríamos que tú nos ayudaras- dice su hermana sentándose con nosotras en el suelo de salón.

- Vale- dice la pequeña muy pensativa- La perrita de la tita Alexia se llama Nala como la de El Rey León, y el gato de la tita Mapi se llama Bagheera como la pantera del libro de la selva- medita recordando las otras mascotas que conoce- Tú te podrías llamar Dama, como la protagonista de La Dama y el Vagabundo.

Vale la pena ver su sonrisa cuando termina de hablar, por lo que, a Lea y a mí, solo nos hace falta mirarnos para saber que nuestra pequeña Braco Alemán de pelo corto ya tiene nombre. Nos tiramos toda la tarde jugando con la niña y con Dama, que ya empieza a entender que es su nombre y nos empieza a hacer caso cuando la llamamos. La conexión que tiene el animal con Lea desde el primer día es impresionante, y después de estar corriendo toda la tarde detrás de Noa, cae rendida en el regazo de mi chica mientras las tres vemos un partido de futbol. A petición de Noa, por supuesto.

Cuando volvemos de dejar a Noa en su casa, decido que es un buen momento para escribir a mi hermano. Si soy sincera, normalmente le hubiera llamado, pero en cierta forma me daba vergüenza hacerlo después no haber leído ni uno solo de sus mensajes durante estos días.

"Oye, ¿podemos hablar?"

"Claro que sí pequeñaja, ¿pero puede ser en persona? No quiero malos entendidos"

- ¡Lea! – llamo a mi chica desde el salón, ya que está en la cocina - ¿Te parece bien que venga mi hermano para hablar?

- Pues claro que sí, Pecas, dile que venga, y si preferís estar solos yo me voy a dar una vuelta con Dama- dice viniendo hacia mí con la perrita detrás suya.

- Está bien, le digo que venga, pero no quiero que tu te vayas- digo abrazándome a ella mientras se sienta a mi lado en el sofá.

Sin ganas de hacer nada más, nos quedamos abrazadas en el sofá dándonos mimos hasta que suena el timbre sobresaltándonos a las dos. Lea espera que sea yo la que se levante, pero en vista de que no me he movido ni siquiera un milímetro, es ella la que va a abrir la puerta, dejándonos a Dama y a mí en el salón. En cuestión de un par de minutos, mi chica vuelve acompañada de mi hermano, quién he decir que no trae buena cara. Parece que todo esto le ha afectado más de lo que había podido imaginar.

- ¿Quieres algo de tomar? – dice Lea para romper el hielo.

- No, estoy bien así gracias- dice sentándose en una silla frente a mí, supongo que con el fin de dejar espacio entre los dos. Me conoce demasiado bien- No sabía que teníais perro.

- Hace solo unos pocos días, lo adoptamos por mediación de una amiga de Mapi- contesto yo sabiendo que tengo que empezar a hablar.

- Es fantástico que le hayáis dado un hogar- dice no queriendo ser él quien cambie de tema- ¿cómo se llama?

- Dama- responde Lea- y esta chiquitina y yo nos vamos a ir a la cocina para que podáis hablar tranquilos.

Antes de que digamos nada más, Lea y Dama ya han salido por la puerta dejándonos a solas en el salón, en medio de un silencio medio incomodo.

- Lo siento- decimos los dos a la vez.

- Tú primero- digo subiendo mis piernas al sofá y abrazándolas contra mi cuerpo, como si quisiera protegerme.

- Siento mucho todo lo que ha pasado, ha sido mi culpa que se filtrasen esas fotos, si no hubiera llevado a Amanda a esa cena no se habrían sacado esas fotos y no hubierais tenido que hacer pública vuestra relación antes de tiempo. Lo siento mucho pequeñaja, Lea y tu sois las personas más importantes de mi vida después de los papás, y siento que todo este circo mediático ha sido mi culpa, y que por mí las dos habéis estado sufriendo.

- Joan no es tu culpa- digo convencida de ello- La única culpable es Amanda, y puestos a decir, la prensa rosa que solo busca joder a la gente. Pero en ningún caso es culpa tuya, las cosas se han dado como se han dado pero tú no tienes nada que ver, tú no sabías que ella había sacado las fotos ni lo que iba a hacer después. Si alguien tiene que disculparse soy yo, que he estado ignorándote durante días cuando sabía perfectamente que no te lo merecías. Sé que sonará a disculpa, pero se nos juntó todo esa noche, primero la puta entrevista que le hicieron a Lea, donde nos atacaron a todas y luego lo de las fotos. Y no es escusa, pero necesitaba tomar un poco de distancia.

- No te preocupes Ona, yo en tu lugar habría hecho lo mismo, bueno y también le habría partido la boca a ese presentador.

- Oh, créeme, ganas no me faltan a mí tampoco.

- Entonces... ¿estamos bien?

- Estamos bien hermanito. ¿Puedo abrazarte? – pregunto como una niña pequeña, como cuando éramos niños y yo tenía miedo por la noche y me colaba en su cama para dormir juntos.

- Pues claro que sí, anda ven- dice abriendo sus brazos para mí.

Después de unos minutos abrazados, Joan comienza a hacerme cosquillas, sabe que son mi punto débil, y no puedo evitar soltar las carcajadas que, según todo el mundo, tanto me caracterizan.

- Vaya, vaya- dice Lea entrando en el salón- veo que aquí todo vuelve a estar como siempre ¿no?

- Anda, ven aquí tú también- dice Joan invitándola a unirse a nosotros, que, al final, de tantas cosquillas habíamos terminado en el sofá.

- Os quiero muchísimo chicas- dice mientras nos abraza a las dos.

- Y nosotras a ti- decimos al unísono. 

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