Desde el inicio

8.7K 550 35
                                    

Capítulo 3

Enzzo

El alcohol no bastaba para disminuir el dolor, al contrario, lo intensifica más como si lo echara en una herida y la pusiera a arder sin ningun tipo de piedad.

Me tomo hasta la última gota de whisky de golpe y estrello la botella contra una de las paredes de mi despacho. Todo a mi alrededor era un desastre, todo estaba hecho pedazos ante mis pies, así como yo, totalmente roto y hecho un verdadero desastre.

Tenía dos días sin ver a Rebecca, en esos dos días me la pasé encerrado en mi casa, sin trabajar y negado a cualquier razonamiento ante la situación. Estaba mal, desde que ella quedó en esa cama estaba totalmente mal pero esto había sido la gota que derramó el vaso.

No sabía de mí.

No me recordaba.

Y eso dolía. Dolía como si me estuvieran quemando vivo. Como si me arrancaran cada una de mis extremidades de la manera más cruel y retorcida.

Juraba que cuando sus preciosos ojos volvieran abrirse, lo que haría sería abrazarla sin soltarla, besarla con total adoración y necesidad que no habría poder en la tierra que me separara de ella por más tiempo. Menuda sorpresa me llevé cuándo me dijeron que tenía amnesia y que no recordaba el último año dónde los dos habíamos sido protagonistas de nuestra historia.

Salí de mi despacho cuándo oí el pitido del elevador llegar y abrirse. Desde el pasillo miré a mi madre esquivando todas las botellas de alcohol que tenía en el suelo junto con lámparas y otras cosas más que fueron a dar al suelo en mi ataque de ira.

Cuando me miró abrió los ojos con total exageración.

—¿Qué te pasó?

—Rebecca— contesté.—Rebecca me pasó.

Caminé saliendo del pasillo y me dejé caer de golpe en el sillón, dejando mis hombros a la altura del respaldo para echar mi cabeza atrás y abrir mis piernas. Tenía un aspecto que daba asco pero poco me importaba.

—¿De qué hablas?— se acercó, dejó su bolso en la mesita frente a nosotros y se sentó a mi lado.—Ella despertó— su tono era emocionado.

La entendía, yo también estaba emocionado por su regreso pero dicha emoción fue remplazada por todas las emociones y sentimientos negativos que existían.

—Tiene amnesia— revelé, cerrando los ojos sintiendo como si me apuñalaran el corazón.
—No recuerda su último año. No me recuerda y siento que me voy a morir.

Trato de no quebrarme de nuevo con cada palabra que salió de mi boca. Es difícil asimilarlo y pronunciarlo es una tortura cuando siento que las palabras tienen filo propio.

—No puede ser...— Se sorprendió y su mirada se tornó triste.—¿No hay forma de qué recuerde?

—Acaba de salir de un coma. El doctor pidió discreción para que no se alterara y mantenerla tranquila por un mes. Luisa me llamó y dijo que había tenído un ataque de ansiedad cuando describió por sí sola lo que sucedió.

—¿Le hablaron de ti?

—No— negué.—No está lista.

Nos quedamos en silencio, uno que ha gobernado por dos tortuosos años este departamento. La frialdad que se respira es deprimente, y aunque es de día, mantengo las cortinas cerradas negando que un sólo rayo de luz entre, porque el único rayo de luz que necesito para iluminar esta casa, mi vida, mi corazón y mi alma está lejos de mí y no sabe quién soy.

Mi Corazón Sigue Siendo Tuyo (#2. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora