Tu nueva asistente

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Capítulo 23

Rebecca

Dejo caer el rostro contra la almohada mientras me aferro a ella sin ganas de poner un pie fuera de la cama. Siento como la cabeza me da vueltas y como mi estomago reclama el desayuno que probablemente termine haciendo Enzzo después de su ducha.

Gruño contra la almohada cuando un dolor punzante se apodera de mi cabeza. El clima no ayuda mucho con mi ánimo, está nublando desde ayer y el viento sopla fuerte tentandome a quedarme todo el día echada en pijama, comer cualquier cosa y mirar la televisión. Lástima que tenga trabajo que hacer, como por ejemplo, encontrar una asistente para mi futuro esposo.

—Buenos días.

Los pasos de Enzzo atraviesan la habitación, se dirige al clóset para vestirse.

—Déjalo en días— digo contra la almohada.

—¿Te sientes bien?— el tono de preocupación es evidente en su voz.

—Lo mismo.

—Tal vez lo mejor es que no salgas— propone.

Cuando me incorporo en la cama no lo miro, se ha ido al clóset y lo espero. Está loco si piensa que me quedaré sola en este departamento cuando tengo muchas que hacer, además, no lo puedo dejar solo con el asunto de su nueva asistente, yo debo ayudar a la señora Edna a encontrar la indicada.

Con la mente un poco más clara me levanto y camino hasta el clóset, me quedo recostada en el marco de la puerta mientras miro a Enzzo buscar una camisa entre tantas del mismo color, pero no es eso lo que llama mi atención, sino que desde mi posición  me da la espalda y puedo ver cada músculo de ella sin nada de tela.

—¿Te gusta?— pregunta y escoge una.

—Mucho— sonrío y se da la vuelta poniéndose la prenda que se ajusta a su cuerpo fornido.

Camino hasta él y con su ayuda me subo a un mueble que contiene mis joyas, se posiciona entre mis piernas y rodeo su cintura con ellas para que no se aleje de mí. Paso mis manos por su pecho hasta descender al último botón y ayudar a cerrar su camisa. Mis ojos permanecen en mi trabajo y cuando llego al de la garganta los subo a los suyos encontrando su mirada azulada intensa.

—¿Qué?— cuestiono y sus manos suben por mi cintura.

—Me estás provocando— habla con voz gruesa y me estremezco.

—Yo no...

No me deja terminar. Sus labios se pegan a los míos muy rápido pero con delicadeza y suavidad, me jala más a él y mis manos se enredan en su cuello dándome el atrevimiento de desordenar su cabello azabache bien peinado y ordenado. Doy un pequeño jadeo cuando muerde mi labio inferior. Sus manos se enredan en los tirantes de mi bata de dormir y antes de hacerla por un lado para tocar directamente mi piel, el timbre es tocado repetidas veces.

—¿Quién será?— pregunté, recibiendo sus besos en mi cuello.

—No lo sé— dio un mordisco y cerré los ojos.

—Tal vez sea importante— sus manos suben mi bata y de inmediato juega con mis bragas.

—Qué regrese después.

Mi Corazón Sigue Siendo Tuyo (#2. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora