Escucha

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Capítulo 36

Rebecca

Miré por sexta vez la puerta del despacho de Enzzo, ya tenía una hora con Margarita dándole indicaciones de la inauguración del restaurante Williams y era mi oportunidad para preguntarle si sabía algo respecto a Enzzo y su comportamiento. Yo no era tonta, desde que Enzzo regresó de la empresa el día se la sorpresa, él había cambiado y sabía perfectamente que había gato encerrado y Margarita me lo diría.

Espere con paciencia que saliera y cuando lo hizo me puse de pie dando gracias que Enzzo no salió con ella. Me acerqué dando pasos pesados por el embarazo y cuando estuve cerca me sonrió.

—Hola Margarita— saludé y correspondió.

—¿Cómo ha estado, señora Harper?

—Cansada— señalé mi barriga.—Pesa demasiado— reí.

—Me imagino.

—¿Te ha dado trabajo mi marido?— cuestioné al ver las carpetas en sus brazos.

—Mucho.

—Así es Enzzo— la tomé del brazo.—Déjame acompañarte a la salida.

Caminamos a la puerta, me ayudó a abrirla y cuando pasó el marco me atreví a preguntarle lo que tanto quería saber.

—¿Margarita?— la llamé y se giró para verme.—¿Mi esposo miró a alguien el día que fue a la empresa?— pregunté con esperanza de que ella me dijera algo.

Lo pensó un momento haciendo memoria y asintió dándome un rayo de ilusión.

—Miró al señor Williams y a los señores Villanueva en una reunión y después... una mujer entró a su oficina.

—¿U-una... mujer?— pregunté con el pecho agitado.

¿Enzzo estaba así por una mujer? No quería crearme una historia en mi cabeza pero todo me indicaba que estaba en lo cierto pero... no, Enzzo no podría engañarme porque él me ama o... ¿No me quiere por qué estoy gorda? Desde que mi barriga creció y empecé a comer más ya no me había tocado más, según él era porque le daba miedo lastimarme y lastimar al bebé.

Pero una mujer lo mira el único día que sale a la empresa y regresa extraño.

Mis ojos se llenaron de lágrimas pero evité que Margarita las notara.

—¿Qué mujer?— pregunté en un hilo de voz.

—No lo sé, señora Harper. No quiso decir su nombre pero era alta, rubia y ojos azules.

—Alta, rubia y de ojos azules— repetí en un murmuro.

De seguro ha de ver sido una mujer muy hermosa. Por eso Enzzo no quería decirme nada, ya no me miraba tanto a los ojos y cuando lo hacía apartaba la mirada, sus caricias pasaron de ser lujuriosas a ser suaves y vacías porque ni siquiera me quería tocar como su mujer. Todo daba vueltas en lo mismo y empecé a sacar mis conclusiones.

Cuando Margarita se fue cerré la puerta y caminé deprisa hasta el despacho con las lágrimas bajando por mi rostro. Abrí la puerta de golpe llamando su atención y cuándo me miró alterada se levantó de su lugar con la preocupación en su mirada azulada.

Mi Corazón Sigue Siendo Tuyo (#2. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora