La luz del día

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Capítulo 2

Rebecca

No sabía que estaba dormida.

No sabía que estaba en una cama de hospital.

No sabía quién era el hombre frente a mí.

Y mucho menos sabía por qué estaba así.

Abrí los ojos de un momento a otro, mis ojos fueron lastimados por la luz de las lámparas blancas y cuándo aclaré mi vista me di cuenta de que no estaba sola. Me topé con un azul oscuro, profundo y expresivo. Me miraba como si fuera un milagro que despertara, y así se sintió. Se sintió como si estuviera de vuelta en la vida.

Me perdí en el rostro del hombre que no decía nada, sus ojos se hundieron con los míos y me dediqué a observar sus rasgos; tenía el cabello negro, unos ojos preciosos, labios proporcionales, una nariz definida, mandíbula bien marcada y en ella una ligera barba de algunos días.

—Reby...— murmuró y fruncí el ceño por su forma de llamarme.

Se alejó de mí con rapidez y escuché como abría la puerta.

—¡Rebecca despertó!— gritó y acto seguido tenía a varios médicos a mi alrededor.

Al hombre de ojos bonitos no lo miré entrar, todos los médicos se quedaron conmigo y aunque me moría de sueño me mantuve despierta contestando preguntas que me hacía uno en particular. No sé cuánto tiempo estuvieron conmigo, pero cuando mi mente se aclaró por completo y me sentí más despierta pregunté por mi tía. Todos me dejaron en paz y me moví sintiendo mi cuerpo tenso y adolorido. La espalda me ardía y sentía el cabello pegado en la nuca por estar acostada.

—¡Tía!— la llamé cuando la vi entrar junto con Madison y el hombre desconocido.—¡Madison!

Se me vinieron encima igual de emocionadas que yo por verlas después de no sé cuánto tiempo. Me abrazaron y deseé que jamás me soltaran. Me sentía mejor con ellas a mi lado.

Aún con sus brazos a mi alrededor, giré a ver al hombre que me miraba de una forma... extraña. Fue ahí donde me di cuenta de su gran tamaño, y su altura. Parecía un rascacielos con traje por la forma en la que iba vestido. Sin ninguna vergüenza lo miré de pies a cabeza y le sonreí amable cuando nuestras miradas se cruzaron.

—¿Quién es él?— le pregunté a mi tía y a mi amiga, pero antes de que dijeran algo, él se dio la vuelta y salió.

Miré con mucha más confusión a las mujeres frete a mí.

—¿Quién es?— repetí.

—Él se llama Enzzo.

Mi corazón respondió agresivo cuando mi tía mencionó su nombre. La sensación que me invadió fue rara y decidí ignorarla por completo cuando la incité a que me dijera más.

—Es... amigo de la familia.

Mi tía y Madison se dieron una mirada de tristeza que me llevó a pensar que algo más ocurría aquí y que no me querían decir, pero tampoco insistí.

—¿Qué hago aquí?

Silencio.

Las dos se tensaron por mi pregunta y desviaron la mirada a donde quiera que fuera menos a mi rostro impaciente por tener una respuesta a cada una de mis preguntas.

—¿Qué pasó?— insistí.

Sabía que nada bueno, no podía estar en un hospital por algún suceso bueno y eso era más que lógico. Pero quería saber que pasaba, porque aunque trataba de recordar el motivo, mi mente estaba en blanco por completo.

Mi Corazón Sigue Siendo Tuyo (#2. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora