¿Recuerdas nuestra mentira?

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Capítulo 20

Rebecca

Me muevo inquieta en la cama buscando el cuerpo de Enzzo, al no tocarlo abro los ojos y confirmo que no está. Con el ceño fruncido me siento en la cama y observo la habitación vacía y la confusión se intensifica cuando miro a una mujer del servicio en la terraza.

—Oh, buenos días señorita— entra y me sonríe amable.—El desayuno está listo.

—Buenos días— correspondo.

—El señor Harper pidió el desayuno para usted— informó.

—¿Sabes dónde está?— me levanté y caminé al baño, esperando que estuviera en él pero la soledad me recibió.

—Lo siento, pero no— regresé y la miré parada dónde mismo.—Sólo pidió el desayuno y mandó rosas para usted— señaló detrás de ella y miré a través del cristal el arreglo floral.
—Si no se le ofrece nada más, me retiro.

Asentí y se fue dejándome sola y confundía. Busqué mi celular en la mesa de noche y cuándo lo encontré en el primer cajón busqué con nerviosismo su número. Tenía un presentimiento que me oprimía el pecho y no sabía si era bueno o malo. Mordí mi labio inferior cuando no contestaba y cerré los ojos con fuerza cuando al último pitido me recibió su voz.

—¿Cómo amaneció la mujer que amo?— preguntó y sonreí lentamente.—¿Miraste lo que dejé en la terraza?

—Lo miré— caminé hacia afuera y pude apreciar todo lo que había sobre la mesa incluyendo las rosas.—Muchas gracias, pero me hubiera bastado verte al despertar.

—Lo siento— su voz fue suave.—Tuve una emergencia en mi trabajo y tuve que dejar el hotel muy temprano, pero juro que te lo lo voy recompensar y muy bien.

—¿Dónde estás exactamente?— quise saber.—Así cuando desayune puedo ir contigo...

—No— me cortó y mi corazón saltó.

—¿No?— murmuré y sentí una pizca de tristeza. A penas me había levantando y ya sentía muchas emociones.

—No murmures— pidió.—Y te digo no porque no quiero que te preocupes, hay problemas con la construcción, el lugar es un desastre y no quiero que te pase algo— hizo una pausa y soltó un suspiro.—¿Lo entiendes?

—Sí— murmuré de nuevo.

—No lo hagas— me reprendió y una ligera sonrisa se apoderó de mí.—Disfruta de lo que te he dejado, Reby.

—¿A qué hora te puedo ver? No quiero estar sola— me senté frente a la mesa cuando mi estómago rugió.

—Yo tampoco quiero que estés sola, pero nos veremos esta noche.

Dejé caer el tenedor antes de llevarlo a mi boca con un pedazo de melón. Un nudo en mi garganta se formó y unas horribles ganas de llorar me invadieron al oír sus palabras.

—¿Por qué hasta la noche?— cuestioné en un hilo de voz.

—Hasta esa hora terminaré— explicó y de fondo escuché el bullicio de las personas en la construcción.—No quiero que estés sola encerrada en la habitación, así que desayuna tranquila, te preparas y después bajas a recepción donde una mujer encargada del spa del hotel te esperará.

Mi Corazón Sigue Siendo Tuyo (#2. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora