Final

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Epílogo

Rebecca

Cuatro años después.

Desde que tengo memoria había soñado con pertenecer a una verdadera familia y tener el cariño y calor de ella. Todas esas ilusiones crecieron cuando sentía como el rechazo de mi familia golpeaba mi corazón constantemente hasta dejarme hecha pedazos en el suelo. Eso había pasado con el tema de Nicolas y Nancy, una historia donde fui la villana y donde no me dejaron dar ningun tipo de explicación para defenderme.

Con suerte pude escapar e instalarme en casa de mi tía Luisa y seguir con mi vida. El destino me premió con un hombre maravilloso que me ama, y aunque nuestro camino ha sido invadido por varios obstáculos hemos sabido como enfrentarlos y seguir con nuestro amor. Ahora puedo gritar libre y felizmente que soy madre, esposa y una mujer que está en paz consigo misma y con la vida. Una mujer que hoy en día pertenece a una familia donde todos la quieren y aprecian por lo que es.

Enzzo me ama, es un excelente esposo, compañero de vida y padre. Mi hija es una preciosa niña de cuatro años que tiene parecido a ambos y que nos hemos dedicado a amarla, cuidarla y educarla para que en un futuro sea una gran mujer.

Me sorprendo cuando entro a mi casa y solo una luz está encendida. Había tenido un día agotador, me la pasé trabajando en la empresa junto con mi hermano, teniendo reunión tras reunión sin parar, me dolían los pies gracias a los tacones y mi estómago rugía de hambre, tanta que pude deleitarme con el olor delicioso que provenía de la cocina, era ahí donde la luz permanecía encendida, iluminando todo el pasillo.

Cuando entré sonreí negando con la cabeza al ver el desastre que había. Sobre la isla estaba esparcida un poco de harina, en el lava trastes estaban muchos utensilios sucios y en el piso había juguetes de Sabina y en el horno, supongo que algún pastel. Enzzo y Sabina habían pasado un momento padre e hija y eso me hacía latir el corazón, los dos eran tan parecidos, empezando por el azul de sus ojos que me encantaba.

Levanté la vista al gran ventanal y pude ver lo que metros allá afuera adornaba el jardín. Crucé el marco de la puerta y me quité los zapatos de un punta pie dejando que la hierba acariciara mis pies. En el suelo había una gran especie de manta, sobre ella había muchas almohadas, cojines y peluches de Sabina, esos peluches que una vez le llevaron los chichos al hospital cuando nació. Frente a ese tendido grande había comida, sobre él era tapado por otra manta más simulando ser un techo, y frente a mí y frente a todas estas cosas, había otra simulando ser un cine. Pude identificarlo cuando miré el proyector a pocos pasos de mí. Esa tela estaba bien atada al árbol tras ella, ese árbol donde sostenía la casita del árbol que Sabina había diseñado y que Enzzo había construido para ella hace un año.

Sonreí ante todo esto, los dos se la pasaron todo el día preparando este espectáculo y apuesto a que fue idea de Sabina, y como Enzzo no le dice que no, le cumplió el capricho.

—¡Mamá!

Mi corazón latió con fuerza al escuchar la voz infantil de mi hija en un llamado cariñoso, giré con una sonrisa en el rostro que se agrandó cuando miré como salía de la cocina corriendo con los brazos extendidos para que la abrazara. Me di cuenta que vestía un camisón color rosa con unas mayas de color lila que apenas sobresalían de él y con calcetines blancos y su cabello castaño estaba recogido en dos coletas.

—Hola, cariño— la abracé levantándola en brazos, mi bebé había crecido tan rápido que pesaba.—¿Qué hicieron todo el día papá y tú?— dejé un beso en su mejilla y sonrió.

Mi Corazón Sigue Siendo Tuyo (#2. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora