La fiesta

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Capítulo 8

Rebecca

Me observo a través del espejo y ladeo la cabeza poniéndole atención al vestido color verde esmeralda que se ciñe a mi cuerpo haciéndolo parecer apretado e incómodo.

—¿Qué tal?— desvío mi mirada por el espejo para ver a Madison.

Desde que le conté sobre la invitación a la fiesta benéfica se había apuntado para venir conmigo y escoger un vestido digno de la ocasión. Teníamos más de dos horas paseando por el centro comercial visitando tienda por tienda y probandome medio local para al final no salir con ninguna bolsa.

Cómo la responsable que soy, dejé que pasaran los días y a última hora se me antojó comprar uno.

—Probemos con otro— hace una mueca.—No me gusta, ¿y a ti?

—No— mi respuesta es inmediata.—Siguiente.

Era verdad, el vestido estaba bonito, pero no me gustaba la forma en que se adheria a mi piel y el color tampoco me había convencido. No me imaginaba andar con él.

Entré al probador por séptima vez y me coloqué un vestido color azul totalmente hermoso, no fue necesario verlo dos veces para saber que ese era el indicado. Tenía un escote normal en forma de corazón, las mangas caían por debajo de mis hombros y el corsé se ajustaba a mi cintura haciéndola ver más pequeña, de ahí, la falda caí en cascada pegándose a mis caderas y muslos con una abertura en mi pierna derecha.

El color azul marino contrasta con mi piel pálida y cuándo salgo del probador a Madison le brillan los ojos totalmente encantada con lo que ve.

—¡Es hermoso!—se para de un brinco.—Totalmente perfecto.

Sonrío mirándome en el espejo, giro a la mujer que me ayudó para después decir:

—Me lo llevo.

Asiente y me ayuda a quitármelo en el probador, me visto con mi ropa anterior y me acerco a la caja con Madison para pagar.

—Necesitas joyas— suelta.

—¿Joyas?

—Obvio. Puedes ponerte un hermoso collar en el cuello para que luzca ese escote— me guiña un ojo y después suelta un suspiro.—Estoy segura que le gustará a Enzzo.

—¿Por qué debería gustarle?— frunzo el ceño.

—Porque se trata de ti.

Me quedo callada y entrego la tarjeta de crédito cuando la mujer me dice la cifra.

Después de lo que pasó en la cafetería y de la vergüenza que pasé cuando mi tía nos descubrió, no lo había visto. Había estado trabajando en el proyecto del restaurante que él nos había conseguido pero no había ido a su empresa y viceversa. Él no se apareció más por nuestras oficinas y eso me inquietaba un poco, no sabía nada de él.

Tenía su número, pero no me atrevía a mandarle un mensaje o tan siquiera a hacerle una llamada. Tampoco sabía que decirle de todas formas, y, de alguna manera, me emocionaba poder verlo esta noche.

Cuándo salimos de la tienda, Madison me arrastró hasta el cuarto piso a comprar joyas que le quedaban a la perfección al vestido, después nos fuimos a una zapateria y cómo al principio, me medí todos los zapatos que se cruzaban en el camino de mi amiga hasta que se decidió por unos plateados de brillos que le iban bien al vestido.

—¿Has pensado en lo que te dije?

Levanté mi vista del vaso de limonada que bebía para ver a Madison.

Mi Corazón Sigue Siendo Tuyo (#2. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora