¿Qué tan difícil puede ser?

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Capítulo 39

Rebecca

Abrí los ojos en cuanto el primer rayo de sol tocó la ventana de mi habitación, y para mi sorpresa Enzzo ya se encontraba despierto y observándome. Se levantó del sillón con una sonrisa radiante y tomó mi mano entre la suya para darle un beso.

—Buenos días, Reby.

El corazón se me calentó al escucharlo, siempre me daba los buenos días y eso me gustaba mucho.

—Buenos días— correspondí.

—¿Cómo te sientes? ¿Quieres que llame a la enfermera o...?

—Estoy bien— sonreí, Enzzo siempre exageraba con esto.—Me siento mejor que ayer, el dolor está pasando.

—La doctora dijo que vendría hoy para decirnos si podemos dejar el hospital o no— acarició mi mejilla y disfrute de ese roce entre nuestras pieles.

—¿Y mi hija?

—Aquí está.

La puerta se abrió dejándome ver a una enfermera que cargaba a mi pequeña en sus brazos entre una cobija rosa pastel. Definitivamente esa cobija tenía el sello de Helen por donde sea y eso me hizo sonreír.

—Buenos días Señor y Señora Harper— saludó.—He traído a su bebé para su alimentación.

Enzzo miró atentamente como la enfermera la tomaba y caminaba con ella con la mirada alerta por si hacía un mal movimiento con nuestra bebé en sus brazos, y se relajó cuando yo la tomé y la pegué a mi pecho.

La miré, esos ojos azules estaban despiertos y activos, me miró con una sonrisa y esta se expandió cuando miró a Enzzo a mi lado. Sentí como sus piernas se movían y como soltaba sonidos adorables propios de un bebé.

—¿Está bien?— preguntó Enzzo al oírla.

—Así es— contestó la enfermera.—Es normal que un bebé se mueva así y haga esos sonidos. Además, la pediatra ya le hizo un chequeo y todo está bien.

Comencé a destapar mi pecho para alimentarla, la enfermera se retiró diciendo que más al rato vendría por ella y Enzzo se quedó a mi lado. Miró atentamente como la bebé me succionaba con hambre y al ver la atención que le ponía Enzzo y como frunció el ceño me hizo arder las mejillas.

—No empieces— hablé, cortando las palabras que soltaría.

Sonrió con picardía y sus ojos juguetones me miraron con un brillo lujurioso.

—Qué envidia— soltó, mirando a nuestra hija como se alimentaba entre mis brazos.
—Me cuesta trabajo entender que ahora tendré que compartirte.

—No seas exagerado, Enzzo— sonreí, meciendo a mi hija cuando empezó a moverse inquieta.

—¿Qué quieres que diga? Soy celoso y posesivo con lo mío. Sin embargo, como esta princesa es mi princesa, podré hacer una excepción— se acercó y besó su cabecita.—Ahora las dos ocupan todo mi corazón.

Sonreí ante sus palabras y recibí su boca cuando después de besar a mi hija me besó a mí. Lo miré atenta sin perder ninguno de sus gestos, Enzzo me hacía muy feliz, y ahora con nuestra pequeña familia mucho más. Estaba teniendo todo lo que siempre quise y eso me gustaba, amaba compartir mi vida con él y tener una bebe preciosa a la cual veremos crecer juntos.

Mi Corazón Sigue Siendo Tuyo (#2. Bilogía Amor Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora