Belleza...
Esa era la clave: Belleza. Todo el mundo admira lo que es bonito, aman las bellas formas, la armonía de los colores, eso era lo que buscaba el público.
¿Cómo lo sabía? Bueno, día tras día en cada función lo veía. Las acróbatas, mujeres de delicada silueta subían a lo alto de un poste sin hacer nada más extraordinario que caminar sobre una cuerda o saltar de un lado a otro y sin embargo siempre recibían todos los aplausos, cumplidos, incluso se les aventaban rosas al finalizar el acto.
Y todo porque eran bonitas, nada más que eso.
Y él que podía hacer malabares, cantar ciertas melodías, incluso hacer actos de magia solo era presentado como "El niño demonio" recibiendo abucheos y burlas, a veces hasta tomatazos de la multitud que odiaba su color rojizo de cabello y la malformación de sus dientes.
Si tan solo hubiera podido ser bonita como ellas...
*****
-- Sutcliff, ¿estás bien?
-- Sí, solo... -- Suspiró -- Mi espejo esta algo roto.
Y con eso, volvió a guardar los restos de su espejo en su descosido abrigo. Su estado de ánimo en estos últimos días había estado variando demasiado, tanto que la alegría que casi siempre llevaba en su semblante se estaba empezando a transformar en melancolía y hasta algo de tristeza.
Todos los días era lo mismo: Despertar, comer un poco, fingir entretenimiento estando encerrado en una cueva y después volver a dormir. No era del todo malo si lo pensaba bien, al menos su herida iba sanando y tenía a William a su lado pero, por irónico que fuera, esto último le estaba empezando a causar demasiados conflictos.
William desde siempre había sido importante en su vida y en el fondo, Grell sabía que también era importante en la vida del pelinegro. Sin embargo, desde que empezaron a huir de la Orden y su mano se lastimó él había empezado a acercarse más a un ritmo en que no tenía previsto: Ahora él conocía su pasado, sus cicatrices, incluso había descubiertos sus "secretos de belleza" como el corset y la pintura de labios.
Su vanidad y orgullo que usaba para "molestarlo" en el pasado ya no estaban y eso, eso le resultaba aterrador. Ni siquiera por la condición sobrenatural del otro se había sentido tan indefenso al saber que ese hombre ahora le conocía perfectamente. Aunque claro, buscara disimularlo con algunos comentarios pícaros que de vez en cuando se le ocurrían.
Pero William no era ningún tonto, él sabía perfectamente que él y Grell de una forma u otra se estaban volviendo más cercanos. Tanto que incluso él sentía miedo de lo natural que ahora era su relación y de lo normal que se había vuelto la presencia de Grell, cuando antes solo bastaba que se le acercara un poco para irritarlo al máximo.
Se estaban volviendo cercanos... Y eso le daba miedo.
Le daba miedo porque, a pesar de haber controlado una pequeña parte de sus nuevas habilidades, cada noche una parte de él se ve tentada a irse sobre Grell y beber hasta la última gota de su sangre. Sangre que a juzgar por el increíble aroma que su cuerpo poseía debía saber más dulce y más fresca que cualquier otra cosa en el mundo.
Grell era su tentación y debilidad en muchos sentidos, por eso a pesar de su cercanía lo mejor era que se alejaran al menos hasta que la Orden los dejara de perseguir.
Era luna llena, la última luna llena del invierno. Era una noche especial para ellos, pues esa misma noche William iba a llevar a Grell a la aldea que había estado observando desde días atrás. Ya todo estaba listo: Sus pocas pertenencias y reservas de comida iban envueltas en el saco de siempre, sus armas también iban ahí aunque antes de llegar las iban a enterrar en algún lugar cercano para no levantar sospechas.
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El Secreto ~Grelliam AU~
Fanfiction~Grelliam AU~ William T Spears tiene dos grandes secretos que ocultar. El primero estaba fuera de la compresión humana y el segundo estaba fuera de su propia comprensión. ¿Qué será aquello que atormenta al pobre pelinegro y que no le permite quedar...