XXVII

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UN PAR DE MESES DESPUÉS

-- ¡Nos vemos mañana, Mina~!

-- ¡Hasta mañana, Gretchen!

Y con esa despedida, la castaña tomó la cesta de sus cosas y salió a toda prisa del local donde trabajaba. A su paso se encontró con sus otras "amigas" a las que saludó con vageza, sin embargo, ellas solo se limitaron a sonreír forzadamente para después empezar a murmurar en cuanto ella siguió su camino.

Había algo diferente en "Gretchen", desde el festival de primavera parecía estar más alegre, más viva, seguía siendo tímida y recatada pero tenía un brillo como de chiquilla que despertaba cierta envidia en las demás mujeres de la comarca.

-- ¿Se te ofrece algo? -- Preguntó la castaña fingiendo una voz amable al escuchar los pasos de alguien detrás de ella.

-- ¿Eh? No, nada -- Comentó con pena la lugareña -- Solo quería asegurarme de que llegaras bien a casa. Como vives algo aislada...

-- Oh descuida linda, yo estaré bien -- Contestó con tranquilidad -- Gracias por preocuparte por mí pero ya debo irme a casa. Nos vemos~

La lugareña volvió por dónde había venido,mientras tanto, la castaña luchaba para no reír por ese pésimo intento de espionaje. Una vez llegada a su cabaña cerró la puerta, corrió las cortinas y procedió a carcajearse como una auténtica desquiciada.

-- Era un idiota -- Dijo entre risas mientras se quitaba la peluca -- Pero bueno, al parecer hay personas que no soportan ver felices a otra.

Feliz, así era como Grell se sentía desde aquella primera noche que tuvo con William. Por fin, después de todas las adversidades ella podía decir que había alcanzado cierto grado de "felicidad", su trabajo había mejorado mucho desde que Nina, la nieta de la señora a la que ayudaba, llegó a la tienda y empezó a cambiarla introduciendo algunos diseños de ropa que se usaba en la capital y en ciertos lugares del extranjero.

También su dinero había empezado a rendir más, teniendo la posibilidad de comprar más cosas tanto para ella como para la casa. Pero lo que más la hacía feliz era William, no tenía ni la menor de las intenciones de los lobos al dejarlo salir una vez cada 7 días, pero sin duda tampoco se quejaba de ello.

Era su pequeño secreto: El pelinegro cada 7 días salía a cazar en un punto del bosque que ella ya conocía a la perfección y, casualmente, se encontraban ahí. Él decía que era solo para asegurarse de que ella no hubiera metido la pata en algo, pero Grell sabía que eso era solo una vil excusa porque siempre que se acercaba a él desviaba la mirada, como lo hace cuando miente y le entregaba algún regalo como carne fresca o algunas plantas medicinales.

Entonces, en agradecimiento por el regalo ella lo invitaba a tomar algo en su cabaña. Después de un par de tazas y coqueteos fugaces, Grell siempre lograba que William cediera ante la tensión que había entre ellos, a veces de una manera tranquila y otras de una manera algo salvaje pero eso no le importaba mucho.

-- No ha de tardar en llegar -- Murmuró ella mientras se arreglaba un poco el cabello, viendo su reflejo en los fragmentos de su ya antiguo espejo de mano.

Mientras Grell se escondía entre los arbustos para sorprender a su "pareja", en el refugio de los licántropos todos se estaban empezando a organizar en grupos para la noche de cacería. Todos, incluyendo a Eric debían salir a cazar, las únicas que se iban a quedar en casa eran Lady Sullivan, Annie y el príncipe de la manada, Ronald.

-- ¿¡Por qué tengo que quedarme yo?! ¡Siempre he salido en las noches de cacería! -- Protestó el rubio menor.

-- Solo es por esta ocasión, si en verdad quieres tener tu propia manada debes aprender a cuidar no solo de ti, sino también de los demás.

El Secreto ~Grelliam AU~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora