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Dolor...

Tenía demasiado dolor...

Ardor... Hacía demasiado calor, también.

Sed... Tenía mucha sed...

Y hambre... Su estómago se sentía hueco del hambre que tenía.

Murmullos, ¿Dónde estaba?

Todos hablaban a la vez, todos se movían a la vez, ¿Por qué había tanto ruido?

Murmullos, movimientos rápidos y esquivos, podía distinguir gritos pero no sabía quién.

¿Qué estaba sucediendo?

Un ligero quejido de dolor se escapó de sus labios mientras poco a poco iba abriendo sus ojos. El dolor en su cuerpo y el sabor metálico de la sangre en sus labios le confirmaba que efectivamente, todo lo de anoche había sido real. La trampa, el vampiro, la mordida... Pero después de eso sus recuerdos eran borrosos, ni siquiera sabía si lo que había visto eran recuerdos o solo una simple pesadilla.

El escozor en su piel a la altura de su cuello se sentía real y bastante fuerte, sin embargo, justo cuando intentó tocarse para ver si tenía una marca o alguna herida se dio cuenta de algo realmente interesante: Sus muñecas estaban fuertemente unidas por un grillete, uno especial usado solo en casos de prisioneros de alto riesgo.

A su alrededor solo había muros de piedra, una ventana de la cuál se colaba un pequeño rayo de sol y una reja metálica que lo separaba del resto de las cosas del cuarto. Estaba en  un sótano, de eso no le cabía la menor duda, lo que no lograba entender era porque lo habían dejado en ese lugar y no en la carpa de enfermería a pesar de haber llegado inconsciente.

-- Honestamente... -- Con un dolor atroz recorriendo su cuerpo, William se levantó del suelo y caminó hacia la entrada de la reja -- ¿Hay alguien allá afuera? Necesito que me saquen de aquí...

Apenas había tocado uno de los tubos de metal cuando de repente, un ardor punzante se apoderó de su palma. En un acto reflejo, quitó la mano del lugar con un gesto de dolor y al mismo tiempo de confusión: La piel expuesta de sus desgarrados guantes se había quemado al momento de tocar el metal de su prisión y, para su alivio y alarma, se estaba empezando a curar justo ante sus ojos a una velocidad sin precedentes.

En ese momento William empezó a creer que se estaba volviendo loco, que anoche había recibido un fuerte golpe en la cabeza y que cuando abriera los ojos estaría en la carpa de enfermería despertando de su desmayo, sí, eso era. Parpadeó una y otra vez, viendo si así lograba despertar pero por más que lo hacía siempre regresaba al mismo lugar.

-- Es imposible... -- Murmuró para sí mismo mientras se recargaba en uno de los muros negando con la cabeza lo que era cada vez más innegable.

Pero la angustia y la desesperación que poco a poco iba creciendo en su pecho no era nada comparado a lo que sucedió un par de minutos después de su despertar. El verdadero infierno comenzó exactamente después de 15 minutos, cuando los altos mandos de la Orden llegaron al lugar donde él se encontraba junto con algunos de sus aprendices.

En ese momento una avalancha de voces, murmullos, pisadas y respiraciones llegaron a los oído de William con tanta claridad que casi parecía que todos estuvieran a solo centímetros de sus orejas. Y como si eso fuera poco, el olor a sudor, tierra, incienso y hierbas aromáticas se mezclaban en su nariz de tal manera que olían peor que toda la porquería de las alcantarillas juntas.

Voces, olores, respiraciones... Todo eso, todo eso y más era lo que podía oír en ese momento. Aturdido, William solo se dejó deslizar por el muro hasta terminar sentado y posteriormente, recostado en el suelo retorciendose por el dolor y deseando tener sus manos libres para al menos así taparse las orejas o la boca, ya que su estómago empezaba a sentirse revuelto por tantas cosas.

El Secreto ~Grelliam AU~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora