Pese a las temperaturas congelantes, el invierno al igual que las demás estaciones del año era una bendición de la naturaleza. El invierno era descanso y relajación, era un pacífico arrullo que dormía a la tierra para que, cuando llegara el momento, esta pudiera renacer más fuerte y fértil que antes.
Sin embargo, desde las primeras horas del día, la quietud del invierno Rumano fue interrumpida por los hombres de la Orden que, siguiendo las órdenes de su jefe Sebastian Michaelis, empezaron una incursión en los alrededores de la montaña para buscar a los fugitivos.
Pero debido a lo irregular del terreno, esta misión se les complicó demasiado y para facilitar las cosas optaron por una opción drástica: La de colocar pequeñas cargas de pólvora en las cavidades más estrechas y así poder tener un mejor acceso a las cuevas más profundas.
-- ¿Cómo van ahí? ¿Ya terminaron de colocar las cargas?
-- Solo necesitamos unos minutos más, señor Michaelis -- Contestó el aprendiz haciendo una leve reverencia a su superior, aún estando ya metido en un hoyo de medio metro de profundidad.
El ojí carmesí asintió y después volvió a alejarse del lugar, en otras circunstancias él ni siquiera hubiera participado en una "cacería" de ese tipo. Sin embargo, en ese caso tan especial dónde incluso su nombre estaba en juego era importante que él estuviera más involucrado.
Después de 15 minutos, la carga de dinamita se activó. Una fuerte explosión acompañada de una lluvia de rocas fue el resultado, los animales asentados en los alrededores corrieron despavoridos a lo profundo del bosque y las pobres aves emprendieron vuelo debido al miedo.
Mientras tanto, a unos dos kilómetros al oeste de la montaña, un semi dormido Grell hacía una mueca de molestia por el estruendo que lo había despertado.
-- ¿William? ¿Estás bien?
El pelinegro asintió con debilidad, sin embargo, la manera en la que se recargaba de la pared de la cueva y la forma en la que ladeaba su cabeza ligeramente decían todo lo contrario. Cada detonación era un golpe directo a su cabeza, harto de escuchar cada mínimo sonido como si estuviera a solo centímetros de él.
Pero este no era el momento para pensar en su dolor, ahí, en la entrada de la cueva dónde el sol era un poco más fuerte se encontraba Grell, herido desde la noche anterior. El pelirrojo había dicho que no era para tanto, pero el dolor que se veía en su cara cuando intentaba mover su brazo y la palidez de su rostro era demasiada como para pasarla por alto.
-- ¡Pero con cuidado! -- Chilló con dolor cuando él, con mucho cuidado, tomó su muñeca entre sus manos para intentar cambiarle el emplaste de hierbas medicinales que le había puesto anoche.
-- La hinchazón no baja -- Murmuró William antes de suspirar pesadamente -- Creo que esto no es un simple tirón, Sutcliff.
-- Sí lo es -- Contestó Grell con una mueca de dolor antes de retirar a como pudo su muñeca del toque del pelinegro -- Se me pasará, solo es cuestión de tiempo.
-- Ya han pasado casi 8 horas Sutcliff, a estas alturas era para que la inflamación ya hubiera bajado -- Mientras Will decía eso, sacaba un par de hierbas y flores secas que entrelazaba a manera de hacer una especie de tela con ella -- Incluso estoy dudando de que estas sean plantas medicinales...
-- Deben de serlo -- Mencionó apretando los dientes del dolor -- O al menos eso creo, venían en la carreta también... Creo que debí poner más atención a las clases de herbolaria.
La pequeña risilla de Grell pronto se convirtió en una queja de puro sufrimiento cuando el vendaje herbal se ató a su herida articulación. Cuando el tormento se acabó, William solo agachó la cabeza en señal de arrepentimiento.
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El Secreto ~Grelliam AU~
Fanfiction~Grelliam AU~ William T Spears tiene dos grandes secretos que ocultar. El primero estaba fuera de la compresión humana y el segundo estaba fuera de su propia comprensión. ¿Qué será aquello que atormenta al pobre pelinegro y que no le permite quedar...